Joan-Enric Vives: “Israel desea Jerusalén entera y poder construir el tercer templo”

Arzobispo de Urgell y miembro de la Coordinadora para Tierra Santa

(Miguel Ángel Malavia. Foto: Mazur/catholicchurch.org.uk) Desde 1998, en representación de la Conferencia Episcopal Española, Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra, forma parte del grupo de obispos europeos y norteamericanos que, cada año, realiza un viaje a Tierra Santa con el objetivo de percibir de primera mano la evolución de un conflicto enquistado y la situación de la minoría cristiana, atrapada en medio de la lucha encarnizada entre israelíes y palestinos. Su condición de representante político –es el Jefe de Estado de Andorra, junto al presidente de la República Francesa–, aunque a un nivel institucional, hace que Vives esté habituado a los entresijos de la diplomacia internacional. De ahí que apele al cumplimiento de las resoluciones de la ONU como inicio para una solución a la guerra callada que mata a Tierra Santa.

Tras su última visita a la zona (8-13 de enero), Vida Nueva contacta con él para conocer sus impresiones:

Tierra Santa ya no copa los titulares. Afortunadamente, no hay atentados ni amenazas inmediatas de guerra, aunque  sólo haga dos años del ataque a Gaza. En esta situación de calma tensa, ¿encuentra más motivos para la esperanza o la desazón?

Vives (dcha.), junto a otros miembros de la Coordinadora, durante su reciente visita a Tierra Santa

La esperanza no debe perderse nunca por débil y frágil que pueda parecer. Es cierto que no hay atentados, que la emigración allí es ahora bastante estable y que la economía mejora en Palestina, pero la situación más global parece estancada. Gaza se enquista, y siguen la expansión implacable en la Jerusalén árabe, los asentamientos y el cansancio de los que deberían dialogar para encontrar una solución de paz. Los países y los líderes que podrían influir entre los israelíes y los palestinos se encuentran atrapados por la gran crisis económica mundial y han bajado su presión. Por esto, la Santa Sede continúa valorando la visita-peregrinación anual de nuestra Coordinadora de las Conferencias Episcopales de Occidente para orar en comunión con la Iglesia Madre de Jerusalén, mantener la llamada a peregrinar y encontrarse con el Patriarca latino y los demás obispos con sus Iglesias, ritos y comunidades eclesiales, así como para trabajar allí y, especialmente en nuestros países occidentales, por una paz justa. Así lo hemos destacado en el comunicado al final del encuentro.

Dos Estados

En ese comunicado han vuelto a insistir en la necesidad de que haya dos Estados, “con seguridad y reconocimiento para el Estado y pueblo de Israel, y un Estado viable e independiente para los palestinos”. Pese a que esto mismo es lo que exige la ONU, ¿ven factible un pronto acuerdo?

Crecen los países que han reconocido a Palestina como Estado y con las fronteras previas a la Guerra de 1967. Y hemos visto filtrarse en la prensa [en referencia a los documentos internos sacados a la luz por WikiLeaks sobre las negociaciones entre Palestina e Israel] parte de las conversaciones secretas que revelan las concesiones que Palestina estaría dispuesta a realizar en territorios y en refugiados, los dos temas más espinosos. Todo esto enrarece el proceso hacia lo que parece más sensato y, a la vez, muy complejo en la actual situación: dos Estados y un estatuto internacional para Jerusalén, la Ciudad Santa para cristianos, judíos y musulmanes.

Uno de los mayores problemas que afecta a la población no judía es la dificultad para moverse libremente por el territorio. Por el Nuevo Plan para Jerusalén, Israel pretende efectuar demoliciones de casas palestinas y asentamientos de judíos en la Jerusalén árabe, rompiendo el actual equilibrio en la Ciudad Santa. ¿Se está implantando este modelo?

Sí, y sin pausa. Sabemos que el Gobierno tiene muchas maneras de presionar para obtener sus objetivos, y todo se supedita a la intocable seguridad. El reto mayor es el respeto al pluralismo étnico y religioso dentro del Estado de Israel. Se desea que Jerusalén entera sea su única capital y que se pueda llegar a construir el tercer templo, su gran sueño mesiánico.

El primer ministro palestino, Salam Fayyad, les informó de que por primera vez son más los palestinos, muchos de ellos cristianos, que vuelven a sus casas que los que emigran. A su vez, el obispo de Nazaret, Giacinto-Boulos Marcuzzo, advirtió que están “en peligro de extinción”. ¿Cuál es su percepción? ¿Cómo sería Tierra Santa sin cristianos?

El número de cristianos se mantiene, aunque en cifras proporcionales con los otros grupos religiosos, desciende. Hay cansancio, pero tienen una gloriosa historia de resistencia y adaptación en el mundo árabe y ahora también en el mundo judío. Los cristianos de Occidente no podemos abandonarles, pues ellos son las piedras vivas de los Santos Lugares, que no deben convertirse en museos o, peor, parques temáticos. Al contrario, debemos agradecer el gran testimonio martirial de aquellas comunidades cristianas y ser solidarios en todos los aspectos con su situación de minoría.

Aparte de la Custodia franciscana, ¿qué movimientos o instituciones eclesiales mantienen un mayor contacto con los cristianos autóctonos? ¿Se relacionan con ellos respetando su cultura árabe?

Se da un mosaico variado de presencias y todas procuran complementarse. Ciertamente que la Custodia franciscana realiza una labor inmensa, que se inició y se mantuvo auspiciada por España. Ellos van en cabeza de la buena relación con las autoridades judías y los líderes árabes. Luego, los religiosos y movimientos venidos de Occidente están realizando también una gran labor de permanencia y de ayuda. Se puede destacar, por ejemplo, la gran presencia, especialmente a través de escuelas, de L’Oeuvre d’Orient francesa, con más de 150 años.

Diálogo ecuménico

Uno de los hechos que más fuerza resta al testimonio cristiano es el enfrentamiento que a veces marca las relaciones entre las distintas confesiones. ¿Qué momento atraviesa el diálogo ecuménico en el centro y origen del propio cristianismo?

Todas la Iglesias y comunidades cristianas están presentes en Tierra Santa, por lo que todas quieren tener sedes y obras en los Santos Lugares. Creo que el ecumenismo está vivo, aunque parezca lo contrario, y es un deber afrontar unidos los retos del cristianismo entre los judíos y los musulmanes. Pero se debe ser paciente con los tiempos y las razones de cada tradición. Este año, nuestra peregrinación ha celebrado la Eucaristía y ha rezado con muchos de ellos, y por primera vez nos hemos asociado a la felicitación navideña con el Patriarca ortodoxo de Jerusalén. También hemos mantenido contactos con los coptos, que acababan de sufrir el terrible atentado en Alejandría. El ecumenismo es un mandato para todos, pero aún más en Tierra Santa, donde nuestra desunión provoca mayor escándalo.

En el nº 2.739 de Vida Nueva.

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