JUSTICIA CLIMÁTICA

Lucía Ramón Carbonell

Un frente crucial del movimiento ecuménico actual es la acción conjunta en favor de la justicia climática. Nos jugamos la supervivencia. Por eso las Iglesias se han hecho presentes conjuntamente en la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Cancún.

Movidas por la responsabilidad moral ante una amenaza global que afecta especialmente a las personas y comunidades más vulnerables, quieren dar a conocer los datos, hacer que se escuchen las voces de los afectados y promover el debate y la acción conjunta.

Los cristianos no podemos permanecer al margen de la búsqueda de soluciones para detener el calentamiento global y paliar sus efectos en la vida de los pobres y de la Tierra. Su lucha por la supervivencia pasa hoy indefectiblemente por la justicia climática.

Este desafío exige movilizar todos los recursos éticos y espirituales de las personas para transformar estilos de vida y para favorecer el acceso de todos a los bienes cósmicos. Los dones de Dios hoy se han transformado en recursos escasos para millones de personas y refugiados del clima: aire para respirar, agua potable, alimento, salud y un lugar dónde guarecerse. Necesitamos revisar y reformular la plegaria, la liturgia, la formación, la espiritualidad y la teología para incorporar esta perspectiva y educar nuestra sensibilidad en una clave de eco-justicia.

En este tiempo de Adviento nos llega de Cancún una llamada a encaminar nuestras vidas en sintonía con la naturaleza y el gran misterio de la vida como la mejor profesión de fe en Dios Creador y providente que podemos hacer hoy.

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