“Los alejados son también fieles de la parroquia”

Huelva apuesta por la revitalización de sus comunidades en un nuevo Plan Diocesano

(M. Á. Malavia) La Diócesis de Huelva continúa su apuesta por la búsqueda del mejor modo de transmitir y testimoniar la fe. Siguiendo con el proceso emprendido en 1980, a partir de cinco sucesivos planes diocesanos de evangelización, desde finales del pasado año ha puesto en marcha el que se extenderá hasta 2014. Con un objetivo muy claro: “revitalizar la parroquia”.

Este proceso de interiorización en la esencia y carácter de la comunidad parroquial –“el lugar privilegiado de la Iniciación Cristiana y el ámbito en el que nos educamos, celebramos y testimoniamos la fe”– ha partido de un trabajo coordinado en el que, a lo largo de casi dos años, han participado 74 grupos, conformados por unas 750 personas.

Fruto de la diversidad de colectivos que han tomado parte en el proyecto, son los objetivos específicos que desarrollan el Plan y que se dirigen a los siguientes destinatarios: sacerdotes, laicos, jóvenes, sacramentos, caridad y piedad popular.

La responsabilidad de los presbíteros

Respecto a los presbíteros, por su especial vinculación a la parroquia, se les atribuye la principal “responsabilidad” para que, desde una “actitud de cooperación”, el nuevo proyecto pastoral infunda un “dinamismo evangelizador” y no sea “un documento más de la sacristía”.

Entre las principales actitudes a cultivar por los sacerdotes está la de “la acogida a quienes están lejos”, puesto que “los alejados son también fieles de la familia parroquial”. De ahí que hayan de permanecer “en tensión espiritual” para que despierten la “conciencia de búsqueda” y sientan “el vacío de quienes están lejos de la grey”.

“El sacerdote no es un ‘burócrata’ del despacho, sino un pastor informado ‘siempre por el espíritu misional’”, se recuerda en el texto final del Plan.

Laicos bien formados y conscientes

Respecto a los laicos, se insta a los sacerdotes a “garantizar la corresponsabilidad pastoral de la comunidad”, “promoviendo los ministerios laicales” y fortaleciendo el “sentido de comunión”.

Del mismo modo, se recalca “la necesidad de un laicado bien formado y consciente de su identidad y misión en la Iglesia y en el mundo”.

De ahí la insistencia en la “formación, que permita al fiel laico conocer las bases bíblicas, teológicas e históricas de la fe, y conocer la comunidad a la que pertenece”.

En el nº 2.738 de Vida Nueva.

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