Las organizaciones obreras eclesiales piden a la Iglesia una mayor “denuncia” social

La HOAC y la LOC portuguesa reclaman que se eleve la voz ante la crisis económica

(M. Á. Malavia) Más allá de la acción social de instituciones eclesiales y caritativas, diferentes organizaciones católicas también reclaman a los responsables de la Iglesia que hagan escuchar su voz con más fuerza ante los desajustes causados por la crisis. Es el caso de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), que se reunió en Cáceres, los días 13 y 14 de enero, con su homóloga portuguesa, la Liga Operaria Católica (LOC), con el fin de analizar “la situación del mundo obrero y de la Iglesia en nuestros dos países”.

En un comunicado conjunto publicado al día siguiente, tras constatar que son “muy parecidas las dificultades que encuentran los trabajadores y sus organizaciones en nuestros dos países”, ponen de manifiesto su “preocupación” por el hecho de que, “ante la gravedad de la situación”, “no se difundan mensajes de anuncio y de denuncia, de cercanía y esperanza con las personas que sufren”.

Ambas hermandades obreras destacan que “la Iglesia está haciendo una labor de asistencia con las víctimas de la actual crisis económica”. Y, en el caso de España, se realzan las acciones llevadas a cabo por Cáritas o que, en algunas diócesis, se haya creado un fondo para fomentar proyectos de empleo, así como “las manifestaciones y gestos de solidaridad” por parte de algunos obispos.

Además, se valora positivamente la Declaración ante la crisis moral y económica que la Conferencia Episcopal hizo pública en noviembre de 2009. Sin embargo, pese a todos estos pasos, se echa en falta una mayor consistencia en la denuncia moral y teórica de las causas y efectos de la crisis.

Los causantes de la crisis

La HOAC y la LOC tienen claro a quiénes apuntar como principales causantes de la penosa situación que afrontan cientos de miles de ciudadanos: sus Gobiernos. Y es que éstos, “marcados por la orientación neoliberal” de sus políticas –pese a que ambos son ejecutivos socialdemócratas–, “han sucumbido ante el empuje conservador procedente de la Unión Europea, y la avaricia y codicia de los mercados financieros”.

La denuncia de sus efectos, incrementados por “las recientes reformas laborales” en los dos países, se completa con su apuesta por “la humanización del trabajo, como bien para la realización del ser humano”.

En el nº 2.738 de Vida Nueva.

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