LLEGAN LOS NUEVOS DESPLAZADOS

Fenómeno climático estimularía nuevas migraciones a las ciudades


(Texto: J. De Francisco Fotos: Prensa gobernación Atlántico, VNC) Después de celebrar sus 15 años de existencia en compañía de colaboradores, voluntarios, benefactores y del cardenal Pedro Rubiano Sáenz -su fundador-, el Centro de Atención al Migrante (CAMI) se prepara para lo que podría ser un incremento de desplazados, que llegan a Bogotá directamente remitidos por las parroquias de veredas, poblaciones y municipios, esta vez afectados por las inundaciones recientes y generalizadas en distintas zonas del país. “Hay signos de esto y tememos que este año que empieza, vaya a aumentar. Esperamos que a las ciudades más cercanas a donde lleguen se les acoja y sean debidamente atendidos, en caso contrario habrá que atenderlos, no importa la circunstancia que los haya obligado a salir de su tierra, los acogeremos igual hasta donde podamos”, manifestó monseñor Teófilo Tovar, director de la Fundación Atención al Migrante, organismo que articula los CAMI. Durante los últimos tres años a los centros de atención de la fundación (tres puntos) han llegado en promedio cada mes 1.200 personas, entre hombres, mujeres y niños, buscando apoyo de todo tipo. Esta cifra podría aumentar, aunque ninguno de los trabajadores sociales cercanos al proceso de atención se atreve a estimar en qué proporción.

Desde su creación, este organismo ha venido sirviendo a parte de esta población, obligada a abandonarlo todo, por motivos del conflicto. Ahora, con más y nuevos motivos para hacerlo. De hecho, hay una serie de reuniones pendientes y de carácter interinstitucional por estos días en las que se discutirá si el tema amerita cambios en el sistema de respuesta que se da hasta el momento o si se continúa con la misma dinámica de atención, consistente en albergue temporal, apoyo sicológico, alimentación y orientación básica. Están pendientes los cambios a nivel de atención a población afectada se están dando en los sistemas de atención de la Cruz Roja en la capital del país, “esto hará que personas que antes llegaban a ser atendidas en la Cruz Roja, ahora lleguen a nosotros buscando ayuda humanitaria y la misma orientación”, manifestó monseñor Tovar. Otro tanto ocurre con Acción Social que viene reestructurando también sus protocolos de respuesta. La idea de unos encuentros interinstitucionales busca examinar políticas, evitar la duplicidad de esfuerzos y más bien complementarlos para una mejor y mayor atención.

En busca de nuevos recursos

Uno de los retos que enfrenta esta entidad es una eventual disminución en la disponibilidad de recursos, ya que el mayor apoyo hasta ahora recibido ha sido de la Fundación San Antonio de la Arquidiócesis de Bogotá, propietaria en el sur de la capital de unas minas que fueron cerradas por razones ambientales. Esos recursos no llegarán más a Famig.

Los convenios de ayuda internacional con la Cáritas Suiza y la Conferencia Episcopal italiana no obstante, se mantienen pero con menos recursos.

Sin embargo, la esperanza que va de la mano de un replanteamiento en la consecución de recursos, está por el lado de la Fundación Panamericana para el Desarrollo, que dispone de recursos provenientes de US AID. “Con ellos acompañamos 335 unidades productivas, pero también han cambiado políticas para proyectos productivos y ya no dispondrán de capital semilla para éstos, sino para reforzar los que vienen marchando”, explicó monseñor Tovar quien lo ha entendido como una época de cambios y replanteamientos de acuerdo con sus benefactores, muchos de los cuales, a su juicio, desearían menos asistencialismo. “La necesidad de todas formas está ahí.. y siempre los afectados dirán que no hay trabajo, entonces siempre se necesitará crear proyectos”, concluyó el director de la Famig.

Compartir