Tierra Santa, referente ecuménico para los obispos

El Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra entre los días 18 y 25

(Miguel Ángel Malavia) Como cada año, la tercera semana de enero trae una cita eclesial indispensable con el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Para la presente edición, que tendrá lugar entre los días 18 y 25, la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, presidida por el obispo de Almería, Adolfo González Montes, ha hecho público un mensaje con un claro referente: Tierra Santa.

En varios sentidos. El primero, ya en la introducción del texto, apelando a los orígenes históricos de la Iglesia en Jerusalén, cuando las tensiones entre gentiles y judaizantes se resolvieron en lo que significó el primer concilio de la historia de la Iglesia, alcanzando el “ideal de comunión eclesial de la Iglesia madre de Jerusalén”. Este modelo es hoy, para los obispos, “meta del ecumenismo”, pues “pretende la total convergencia de las Iglesias cristianas en la misma inteligencia de la fe apostólica”.

Cartel de la Semana de Oración por la Unidad 2011

Pero, para llegar a ese nivel, de carácter teológico, resulta de gran ayuda “la comunión de los corazones” de todos los cristianos, que se alcanza a través del “dialogo de la caridad”. En este estado, vivencial y testimonial, se expresa la sincera “voluntad de plena convergencia en la fe” que, algún día, habría de llevar al “acceso a la misma celebración eucarística” y a la “realización plena de la comunión eclesial”.

De este modo, la “oración en común” marca el sentido profundo del Octavario. En un doble sentido. Y es que, si “resulta muy  conveniente la ‘oración ecuménica interconfesional’”, también lo es “la ‘oración de cada comunidad confesional’ suplicando de Dios la restauración de la unidad visible de la Iglesia”. Tal y como indican los prelados, un modo idóneo de concretar hoy esta oración es a través de la conciencia de la “necesidad de mantenernos unidos a las Iglesias cristianas de la Palestina histórica”. Todas ellas, tanto la católica como el resto de cristianas, “están cada vez más empeñadas en una colaboración estrecha” en las causas que les son comunes. Al constatar cómo se da entre ellas la conciencia de tener un mismo origen, la Iglesia madre de Jerusalén, el mensaje episcopal anima a los cristianos de todo el mundo a seguir el ejemplo.

Igualmente, se insta a “ayudar a las Iglesias presentes en Tierra Santa”. Así, mediante “la estrecha colaboración ecuménica de todos los cristianos” –y para todos los cristianos de la zona, católicos o no–, se ha de “salvaguardar la libertad de movimientos, fortaleciendo la paz religiosa” y “superando viejas oposiciones”. Los obispos van más allá y ofrecen fórmulas concretas de ayuda a las comunidades de Tierra Santa, como “mantener y promover las peregrinaciones a los Santos Lugares, tanto de los católicos como de los cristianos de otras confesiones”, ofreciéndoles así apoyo espiritual y material.

Tampoco se olvidan de reivindicar la importancia del diálogo interreligioso, que “cobra especial importancia” en Tierra Santa, donde judíos y musulmanes suponen la amplia mayoría.

Haciéndose eco del mensaje para el Octavario que han hecho público conjuntamente el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de las Iglesias –que integra a cristianos de todas las confesiones–, los obispos apuestan por “encontrar una nueva lengua común para poder dar testimonio del mensaje evangélico en una actitud de respeto mutuo” y por “colaborar con los musulmanes y los judíos creyentes para preparar las vías del diálogo y de una solución justa y verdadera a un conflicto en el que con demasiada frecuencia se ha usado y abusado de la religión”.

Un solo bautismo

El mensaje de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales concluye destacando un hito ecuménico que se cristalizará “próximamente” en nuestro país. Se trata del acuerdo para la publicación, por parte de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y la Iglesia Española Reformada Episopal, de la declaración común Confesamos un solo bautismo para el perdón de los pecados. Este documento, que fue aprobado por la última Asamblea Plenaria de la CEE, supone “el recíproco reconocimiento de nuestro bautismo en Cristo”, dándose así “un significativo paso hacia la unidad visible de la Iglesia”.

En el nº 2.737 de Vida Nueva.

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