Terror en Pakistán tras la muerte de un gobernador

El musulmán Salman Taseer es asesinado por oponerse a la ley de la blasfemia

Concentración en memoria del gobernador Taseer

(María Gómez) Las minorías religiosas en Pakistán están conmocionadas tras la muerte del gobernador de Punjab, Salman Taseer, político musulmán de 65 años que el 4 de enero fue tiroteado por uno de sus guardaespaldas, Malik Mumtaz Hussain Qadri. La razón: “Merecía ser asesinado porque él calificó la ley de la blasfemia de ‘ley negra’”, declaró Qadri al ser arrestado.

Taseer pertenecía al Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) en el poder y era gobernador de Punjab desde 2008. Dueño de una cadena de televisión en inglés y editor del periódico Daily Times, era un ardiente defensor de la democracia y los valores liberales. Además de oponerse a la ley de la blasfemia (que está sirviendo como excusa para atacar, sobre todo, a los cristianos), en noviembre visitó en la cárcel a Asia Bibi, la primera mujer condenada a muerte en Pakistán por un delito de blasfemia. Tras entrevistarse con ella, solicitó su indulto al presidente del país, Asif Ali Zardari, motivo por el cual fue declarado apóstata e “infiel” y algunos mulás llegaron a poner precio a su cabeza.

“Esta noticia es un shock. Es una auténtica pérdida para nosotros”, se lamentaba el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Pakistán, Lawrence Saldanha, amigo personal del político. “La comunidad está preocupada y condena el asesinato de Taseer, que era un gran hombre”, continuaba, denunciando: “En Pakistán, el número de personas en peligro de muerte está creciendo. Está claro que, con este asesinato, que el que se oponga a la ley de la blasfemia está en riesgo”.

En un comunicado de los obispos paquistaníes difundido por la Agencia Fides el 7 de enero, el también arzobispo de Lahore manifestaba el “profundo respeto y admiración” que la comunidad cristiana tenía por Taseer: “Ha trabajado con valentía para derogar la ley de la blasfemia, motivo por el cual fue duramente criticado. Pero él no tuvo miedo, y ha pagado con su sangre. Verdaderamente puede ser llamado ‘mártir de la justicia y la libertad religiosa’”.

Una sociedad “deteriorada”

Inquietan las manifestaciones de extremistas musulmanes (40.000 personas en Karachi el domingo 9) en apoyo del asesino Qadri, al que se considera un “héroe” por haber atrevido a “castigar” a un liberal contrario a las leyes. “Esta división denota el profundo deterioro de nuestra sociedad”, se insiste desde la Iglesia católica.

Que el motivo de la muerte sea religioso es lo más preocupante de este asunto, opina Shabaz Bhatti, católico y ministro federal de las Minorías, quien ha ordenado una investigación sobre los hechos. Cuando el presidente Zardari le pidió que formase un comité de expertos para estudiar el modo de prevenir el mal uso de las leyes antiblasfemia, los grupos extremistas anunciaron una fatwa (un decreto religioso) contra el propio Bhatti.

La reacción inmediata a este signo de creciente fanatismo es el terror, y muchos comienzan a preguntarse: “Si un gobernador musulmán no está seguro, ¿cuál es la suerte de un pobre cristiano paquistaní”.

En el nº 2.737 de Vida Nueva.

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