El diálogo como camino para rebajar la tensión social

Los obispos bolivianos llaman a superar diferencias tras la revuelta del ‘gasolinazo’

Evo Morales durante la evaluación de su gestión gubernamental

(Ronald Grebe –La Paz) Preocupado por la situación que vive hoy el país, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB) y arzobispo de Sucre, Jesús Pérez, pidió en nombre de la Iglesia católica retomar el diálogo entre los nueve millones y medio de bolivianos, que permita “superar las diferencias y hacer de la diversidad una riqueza y el camino para construir una sociedad más justa y en paz”. Sus declaraciones se produjeron tras la aprobación del Decreto Supremo 748, que a finales de diciembre elevó el precio de los carburantes hasta en un 80%, lo que desató movilizaciones y protestas en las principales ciudades del país. Situación que obligó al presidente, Evo Morales, a derogarlo.

Después de la tensión vivida en La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz por el gasolinazo, que originó una escalada de precios y derivó en la más violenta convulsión social que debió soportar el mandatario durante sus cinco años de gobierno, su popularidad experimentó también el mayor descenso en todo este tiempo (cayó hasta un 30%).

Pero no sólo Morales fue castigado. La gestión gubernamental sufrió su peor revés por parte de la población: sólo un 13% le concedió su aprobación, frente al 79% que alcanzó la reprobación.

El vicepresidente, Álvaro García Linera, sin embargo, minimizó dichos resultados, al considerar que, si bien el Ejecutivo puede a veces tener un debilitamiento de su imagen, “eso no significa que el Gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) vaya a caer”. García Linera destacó, asimismo, que el gasolinazo era necesario, aunque no oportuno, y reconoció que “el Gobierno no anda cuidando su imagen para no perder popularidad cuando se toman medidas que afectan a un sector a corto plazo, pero que tienen el fin de beneficiar a otro en el largo plazo”.

El ministro de la Presidencia, Óscar Coca, por su parte, desveló que el Ejecutivo no tiene “ni fecha ni hora para aplicar un nuevo incremento en el precio de la gasolina y el diesel”, tras el fallido gasolinazo del 26 de diciembre. Aunque advirtió que “en algún momento se tendrá que terminar la subvención a los carburantes, que generan una considerable pérdida a las arcas del Estado, porque ese dinero bien podría ir a beneficiar a otros proyectos”.

Acabar con las subvenciones

El propio Morales, entretanto, recordó que en 2005 “Bolivia llegó a desembolsar 108 millones de dólares para la importación de gasolina y diesel, de los que 80 millones eran para subvencionarlos, mientras que en 2010 el Estado pagó 666 millones de dólares para importar esos carburantes, de los que 380 millones eran para la subvención y, peor aún, 150 millones fueron desviados al contrabando”. Por eso, “tarde o temprano –añadió– hay que acabar con las subvenciones, porque no es posible que unos pocos se enriquezcan y la mayoría quede cada vez más pobre”.

A juicio del ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas, el año que comienza será muy duro para el Gobierno, para la democracia y, en especial, para el pueblo boliviano, sobre todo para las familias pobres (alrededor del 65% de la población), que tendrá que soportar la falta de capacidad de gestión de las autoridades, además de continuar el clima de persecución política y las represalias de diversa índole contra la oposición.

“Así como el tigre herido es el más peligroso –explicó–, yo creo que este Gobierno, ahora arrinconado, sin guía económica, sin plan para hidrocarburos, sin inversión extranjera, sin capacidad de autocrítica interna, dará manotazos de desesperado, criminalizando la lucha política y acelerando la persecución a dirigentes de oposición”.

No comparte esta opinión la jefa de bancada del MAS en la Cámara Baja, Emiliana Aiza, quien defendió que el oficialismo seguirá sus consultas con los movimientos sociales para aprobar la elevación de precios de carburantes que hasta ahora “causaron inflación, especulación y reducción del poder adquisitivo de los salarios de los bolivianos”. Lo que no evitará que diferentes organizaciones – principalmente, de maestros y trabajadores en salud, así como dirigentes del campo y de juntas de vecinos– se opongan, como ya han anunciado, a cualquier incremento de los carburantes que no vaya acompañado de un alza proporcional de los salarios.

Mientras, los obispos confían en que “el Dios que escucha a sus hijos amados nos ayudará a la reconciliación entre todos y a vivir y encontrarnos como hermanos para sentir a Bolivia como la casa común”.

En el nº 2.737 de Vida Nueva.

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