“Balada triste de trompeta”: payasadas mayores

La película candidata a 15 Goyas es una “locura inteligente”

(J. L. Celada) Atrevido para unos, irreverente para otros, excesivo casi siempre… Cuando un director suscita juicios así entre el público, suele significar dos cosas: que a nadie deja indiferente y que lleva camino de acuñar un estilo fácilmente identificable con un golpe de vista. Con Balada triste de trompeta, Álex de la Iglesia, certifica y eleva a su máxima expresión lo segundo. No pocos ya lo intuimos en El día de la bestia (1995) y La comunidad (2000), sus dos mejores producciones hasta la fecha: un cine con una impronta poderosa y reconocible, algo que no está al alcance de cualquiera.

En su último trabajo, el realizador vasco nos traslada a la España de los 70 para ajustar las cuentas a todo el que pasa por allí (incluidos el almirante Carrero Blanco o el mismísimo Franco), en un intento de volcar y exorcizar sus obsesiones, temores y demonios al hilo de dolorosos episodios de la historia patria.

Sus protagonistas son dos payasos y una trapecista, metáfora transgresora de esos bandos enfrentados en lucha fratricida por el control del país (la joven que ambos se disputan si reparar en las consecuencias).

Aun concediendo que en la escritura se le ha ido la mano, queda fuera de toda duda que De la Iglesia ha entonado esta Balada triste de trompeta con algunos de los instrumentos que mejor maneja: una tenebrosa puesta en escena con el circo como eje y trampolín de un universo decadente y aterrador; la potencia visual de unas imágenes que, desde los abrumadores créditos iniciales, nos suben a una imprevisible pero hipnótica montaña rusa de caos y violencia; y una nómina de intérpretes muy familiar.

Una pasión que al artífice de esta inclasificable cinta le arrastra a un cierto descontrol, aunque sin perder nunca la brillantez y la verdad de las grandes películas. Ésas de extraña vocación poética, que convocan a la risa y al miedo con una única arma: la locura inteligente.

Más información, en el nº 2.737 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la crítica completa aquí.

Compartir