Sudán: ¿hacia la separación o la guerra?

Incertidumbre ante el referéndum de autodeterminación del Sur cristiano

(José Carlos Rguez. Soto) El próximo 9 de enero, los sudaneses del Sur acudirán a las urnas para decidir en referéndum si quieren separarse del norte del país, bajo cuyo dominio han vivido desde que Sudán accedió a la independencia en 1956. El segundo país más extenso de África ha vivido desde entonces una difícil coexistencia entre el Norteárabe y musulmán– y el Sur, de mayoría negra y cristiana o animista. Estos últimos se han considerado siempre discriminados (y en algunos casos incluso esclavizados) por sus vecinos del Norte y contemplan la independencia como su gran oportunidad de emanciparse.

La convivencia entre ambas poblaciones ha estado marcada siempre por el conflicto y la persecución religiosa. De 1956 a 1971 el país vivió su primera guerra, durante la cual el régimen islamista de Jartum intentó sofocar a la Iglesia, y, en 1964, expulsó a más de 300 misioneros. Tras un acuerdo de paz alcanzado en Addis Abeba, el Sur gozó de una cierta autonomía hasta 1983, año en que el Gobierno de Gafar El Nimeiri impuso la sharía o ley islámica. El Sur reaccionó con una rebelión liderada por el coronel John Garang, quien se puso frente del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA, en sus siglas en inglés).

La paz llegó, tras largos años de conversaciones en Kenia, en enero de 2005. El acuerdo alcanzado entonces se basó en una amplia autonomía para el Sur –que desde entonces ha vivido como si fuera ya un país independiente–, un reparto a partes iguales del petróleo y la previsión del referéndum.

El camino hasta este plebiscito ha estado marcado por infinidad de obstáculos, entre ellos, los que ha tratado de poner el régimen de Jartum. El presidente Omar El Beshir –sobre quien pesa una orden de detención por parte de la Corte Penal Internacional– ha oscilado entre declaraciones a favor de respetar el resultado del plebiscito y furibundas proclamas contra una posible división del país.

Gobierno y SPLA se arman

El obispo D. Awok

Pero lo más preocupante es la constatación de que tanto el Gobierno de Jartum como el SPLA se están armando hasta los dientes. Así lo puso de manifiesto el caso de un carguero ucraniano apresado por piratas somalíes en aguas del Índico el año pasado. Pocos se creyeron las declaraciones del SPLA negando que fueran ellos los destinatarios del cargamento. También Jartum compra armas para su ejército en previsión de una posible nueva guerra civil.

Nadie duda de que los votantes del Sur se decantarán muy mayoritariamente por la independencia. Así lo explicó el obispo auxiliar de Jartum, Daniel Awok, el pasado 14 de octubre, en el Consejo de Relaciones Exteriores en los Estados Unidos: “Se esperaba que las dos partes se comprometieran a trabajar por un Sudán unido, pero para que esta unidad resultara atractiva, el Norte tenía que haber abandonado su política de islamización y arabización, y no lo ha hecho”.

La Iglesia católica tiene pocas dudas sobre el resultado del referéndum. “Ha llegado la hora de afrontar este futuro”, decían los obispos en una carta pastoral publicada en julio de 2010. Esta Iglesia, que ha crecido a la sombra de la persecución, lanzó a primeros de octubre una campaña de cien días de oración, y durante el tiempo de Adviento intensificó su campaña pastoral por la paz.

Más información en el nº 2.736 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea el reportaje completo aquí.

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