Los clamores del 2010: un presente que tiene futuro

Las poblaciones indígenas guatemaltecas están viendo amenazado su medio de vida, la tierra

(José María Arnaiz– Ex secretario general de la Unión de Superiores Generales) No haré la lista de los grandes clamores que se han escuchado en el 2010. Pero sí quiero ayudar a que cada uno identifique a los que ha dado oídos. En este final de año estamos invitados a escuchar a Dios donde la vida clama. Clama porque está amenazada o porque está brotando y se encuentra más que nunca en sintonía con la Creación .

Escuchando los clamores de este año, me he dado cuenta de que la mitad son dolores y más de la mitad esperanzas; la mitad bloqueos y opresiones, y más de la mitad anhelos y propuestas; la mitad historia y pasado, y más de la mitad promesa y alternativa .

Estos clamores vistos y oídos en clave de creatividad están preñados de humanidad. Así pienso y así he procedido, aunque en el 2010 haya habido catástrofes abrumadoras y opresiones humillantes.

Por eso, el título para los meses pasados sería el de un presente que tiene futuro, porque está hecho de innovación, cercanía, empatía y responsabilidad social.

Evoco los que a mí más me han impactado: el ver los escombros de una casa construida con el trabajo de 38 años y terremoteada el 27 de febrero, y de la que ya se ven los nuevos cimientos; el haber podido acompañar los rostros de unos mineros sumergidos en las entrañas de la tierra y haberlos visto salir sanos, salvos y sabios; el escuchar clamores de respeto y justicia a 30 mapuches que se hicieron clamor con una huelga de hambre de 82 días, porque querían un país que no sea uniforme; una cárcel en la que el 4º piso ardió en llamas y consumió 81 vidas, y pude oír los clamores de sus familiares y un serio “no más de eso” en este país.

Más aún, los clamores tienen rostros. Los de los sujetos emergentes.

En estos meses han tomado fuerza unos sujetos emergentes que no se puede dejar de mirar y escuchar; se encaminan a ser protagonistas: han aparecido en este año los indígenas, los afroamericanos, las mujeres, los encarcelados.

Para mí es un sujeto emergente el papa Benedicto XVI cuando responde con libertad y claridad a las difíciles preguntas de un periodista y a partir de una convicción que se hace clamor: en medio de las crisis dramáticas del mundo de hoy podemos clamar: Jesús es la luz del mundo.

Publicado en el nº 2.735 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, puede leer el artículo íntegro aquí.

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