La Iglesia en Irak teme un nuevo éxodo de cristianos

Decenas de fieles mueren en un atentado contra la catedral siro-católica de Bagdad

Funeral por las víctimas del ataque contra el templo iraquí

(María Gómez) Más de un centenar de personas asistían a misa el domingo 31 de octubre en la Iglesia de Nuestra Señora de la Salvación, en el centro de Bagdad, cuando varios hombres de uniforme irrumpieron armados. Dijeron pertenecer al Estado Islámico de Irak (grupo ligado a Al Qaeda) y amenazaron con hacer volar el templo si no eran liberados ciertos miembros de Al Qaeda encarcelados en Irak y Egipto y si en 48 horas no se entregaba a dos chicas musulmanas supuestamente retenidas en dos monasterios coptos de Egipto; posteriormente, reivindicaron este atentado contra “el sucio lugar infiel que los cristianos iraquíes llevan mucho tiempo utilizando para combatir al Islam”.

Las fuerzas de seguridad iraquíes y norteamericanas entraron en la iglesia para liberar a los rehenes. Hubo un tiroteo, y los secuestradores lanzaron granadas y detonaron sus chalecos explosivos. Murieron no sólo los terroristas, sino también decenas de fieles (se habla de más de 60), incluidas mujeres y niños, y otros tantos resultaron heridos.

Entre los muertos hay tres jóvenes sacerdotes, el P. Wasim y el P. Sahir, que fallecieron durante el atentado, y el P. Rufail, que murió en el hospital. “Eran mis alumnos. Eran jovencísimos y trabajaban con gran celo con los niños de catequesis, en la vida pastoral… Su muerte es muy dolorosa, muy triste”, respondía a Radio Vaticano el vicario episcopal caldeo de Bagdad, Shlemon Warduni. En su opinión, este brutal ataque estaba organizado de antemano y tendrá consecuencias negativas para todo el país, “porque demuestra que ningún lugar está tranquilo o en paz”.

En otra entrevista especuló con un posible nuevo éxodo de cristianos: “Cada vez que conseguimos recuperar un poco de esperanza en el seno de nuestras comunidades, surgen hechos siempre peores que nos hacen recaer en la desesperación. Jamás antes la violencia había afectado tan ferozmente a personas indefensas y en oración”, declaró a la agencia italiana SIR. Para Warduni, el país está debilitado no sólo por divisiones sectáreas, sino “también por la ausencia de un gobierno capaz de hacer respetar la ley”.
“La falta de voluntad política de los dirigentes iraquíes deja el campo libre a los terroristas”, coincide Basilios Georges Casmoussa, arzobispo siro-católico de Mosul.

El presidente del Episcopado de los Estados Unidos, el cardenal de Chicago, Francis E. George, ha emitido un comunicado en el que expresa su solidaridad y cercanía con la Iglesia y la población iraquí “en su urgente búsqueda de mayor seguridad, libertad y protección”. En la nota también admite que, “habiendo invadido Irak, el Gobierno de los Estados Unidos tiene el deber moral de no abandonar a aquellos iraquíes que no pueden defenderse”.
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Expulsados, torturados, asesinados, perseguidos…

El 31 de octubre, sólo una semana después de la clausura del Sínodo para Oriente Medio, Benedicto XVI volvía a condenar la violencia “absurda y feroz” del atentado a la catedral siro-católica y lanzaba un nuevo llamamiento a las instituciones nacionales e internacionales para que “cese toda violencia”.

Ese mismo día, el observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York manifestaba que la comunidad internacional no debe silenciar la situación de los cristianos “que, en todas partes, son expulsados de sus casas, torturados, encarcelados, asesinados, forzados a renegar de su fe o a convertirse”, sino que debe proteger el derecho a la libertad religiosa de las personas y comunidades, dijo Francis Chullikatt, quien también pidió “el fin de la discriminación de los cristianos”.

El director de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España, Javier Menéndez Ros, calificó de “auténticos héroes” a los católicos que “viven en unas circunstancias que muchas veces no llegamos a comprender”. Los católicos de rito latino y de rito caldeo de Bagdad o Mosul “sufren realmente la persecución constante de Al Qaeda y de los demás fundamentalistas, que lo único que quieren es expulsarles de allí”, denuncia.

En el nº  2.728 de Vida Nueva.

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