Claves para entender el libro de Hawking

(+ Raúl Berzosa– Obispo Auxiliar de Oviedo) Vaya por delante mi admiración a la persona y al trabajo científico de Stephen Hawking. Su última obra, El Gran Diseño (Crítica, Barcelona, 2010), sin quitarle ningún mérito, más parece obra del colaborador en la misma, L. Mlodinov, que de él mismo. Me baso en el estilo y en la temática divulgada. Me centraré sólo en el planteamiento “religioso” que trasluce. Y lo hago en dos partes: por un lado, dejando que hable el propio libro, en diez tesis (apuntamos aquí tan sólo algunas). Y, por otro lado, aportando algunas acotaciones críticas.

1. Según los autores, para comprender el universo al nivel más profundo necesitamos saber no sólo cómo se comporta el universo, sino también por qué. Es necesario responder a tres preguntas: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Por qué existimos? ¿Por qué este conjunto particular de leyes y no otro?

2. Según ellos, los pensadores cristianos, sucesores de los griegos, se opusieron a la noción de que el universo esté regido por una ley natural indiferente y también rechazaron la idea de que los humanos no tienen un lugar privilegiado en el universo.

3. Según los autores, Descartes trató de reconciliar las leyes fijas del universo con el concepto de Dios. El filósofo y científico francés afirmó que una vez que Dios ha puesto en marcha el mundo, lo deja funcionar por sí solo.

4. Si la naturaleza se rige por leyes fijas, dicen en el libro, surgen tres cuestiones: ¿cuál es el origen de dichas leyes? ¿Hay algunas excepciones a estas leyes, por ejemplo, los milagros? ¿Hay un solo conjunto posible de leyes? Los pensadores cristianos mantuvieron que Dios debe ser capaz de suspender sus leyes para hacer milagros.

5. Subrayan que, según el Antiguo Testamento, Dios hizo a Adán y Eva tan sólo seis días después de la creación. En la actualidad, adoptamos un punto de vista diferente: que los humanos son una creación reciente pero que el universo empezó mucho antes, hace unos trece mil setecientos millones de años (…).

Acotaciones críticas

Hasta aquí, los planteamientos del libro. Por mi parte, y apoyado en otros autores, me atrevería a realizar algunas acotaciones críticas en un diálogo necesario entre ciencia y fe.

Primera acotación: lo primero que hay que afirmar, con todo respeto, es que, efectivamente, según la denominada teoría M, y en el sentido que nuestros autores la entienden, Dios sería una hipótesis inútil… ¿Pero es la única teoría científica posible?

Segunda acotación: ¿de qué Dios hablamos cuando hablamos de Dios? En las citas del libro se habla “superficialmente” del Dios cristiano sin tener en cuenta las reflexiones serias y los intentos contemporáneos de diálogo entre fe revelada y ciencia.

Tercera acotación: concedamos que, científicamente, no se pueda demostrar la existencia de Dios, pero tampoco la no existencia del mismo.

Cuarta acotación: ¿sólo se puede dar un diálogo paralelo, o de sordos, entre ciencia y fe? ¿Hay incompatibilidad total? Creemos, con muchos autores contemporáneos (J. Haugnt, J. Polkinghorne, A. Peacocke, D. Edwars, I. Barbour…) que ciencia y fe se necesitan y se complementan.

Quinta acotación: recogemos algunas críticas significativas de otros autores. Así el jesuita M. Carreira ha hecho notar que “la nada no puede crear. Porque la nada no tiene ni gravedad ni materia” (Paraula, 28-11-2010). G. Ellis, paradójicamente, ha afirmado que “este libro obligará a la gente a elegir entre religión y ciencia y hará que mucha gente elija la religión, con lo que la ciencia saldrá perdiendo” (El Mundo, 4-9-2010).

Más información en el nº 2.734 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el artículo completo aquí.

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