Trabajadoras del hogar: un empleo en busca de reconocimiento

Entidades de Iglesia reivindican la dignificación de este colectivo

(Marina de Miguel) “La vida de una trabajadora del hogar es como el cubo de Rubik: cuando crees que tienes todos los lados por colores, siempre hay una pieza que salta y te descoloca todo. Siempre hay alguna casa que falla y tienes que volver a buscar otra para completar las horas que necesitas para sobrevivir”. El empleo doméstico, como acaba de relatar Eleanora González –que abandonó su país natal y su puesto de funcionaria para ayudar a su hija a construir una vida nueva en España–, es un auténtico rompecabezas que, encima, no cuenta con el reconocimiento ni las condiciones laborales de otras profesiones.

Diversas entidades de Iglesia trabajan desde hace muchos años para reivindicar la dignificación de este trabajo que, según afirma Rubén Requena, técnico del Equipo de Empleo de Cáritas Española, “ya no es un bien de lujo, sino que es una cuestión de necesidad”. “Ahora trabajamos todos y necesitamos que se ocupen del cuidado de nuestros hijos, de las personas mayores y/o dependientes y del hogar”, añade.

La crisis económica ha afectado drásticamente al sector de las trabajadoras del hogar, produciendo grandes cambios con respecto a otros años. Como apunta Begoña Arias, coordinadora de Formación y Empleo de Pueblos Unidos (entidad de integración del inmigrante que los jesuitas tienen en el barrio madrileño de La Ventilla), el número de ofertas se ha reducido mucho y han empeorado las condiciones laborales.

Cáritas Española forma parte de la Plataforma Estatal de Asociaciones de Trabajadoras de Hogar, constituida en 2006 por una decena de agrupaciones, incluidas Cáritas Diocesana de Albacete, Mensajeros de la Paz o las Religiosas de María Inmaculada.

Irregularidad

“Es preciso caer en la cuenta de que éste es un sector caracterizado por la irregularidad”, lamenta el jesuita Daniel Izuzquiza, coordinador de Pueblos Unidos, quien explica: “Además de equiparar sus condiciones laborales con las del resto de trabajadores, es necesario encontrar un régimen extraordinario que haga aflorar esa bolsa, mayoritaria en el sector, que forma parte de la economía sumergida”.

Conscientes de que es preciso “poner en marcha iniciativas nuevas, pues no basta con reproducir antiguas recetas”, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) ha publicado recientemente el documento De casa a la mesa del diálogo social, en el que se recogen las conclusiones de seis meses de sesiones de trabajo en las que han participado 250 trabajadoras, empleadores y personas de entidades de intermediación de seis provincias españolas.

Más información en el nº 2.733 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea el reportaje íntegro aquí.

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