Humanidad salvaje

Entrelobos

(J. L. Celada) La crónica diaria nos proporciona abundantes ejemplos de que la realidad supera con frecuencia a la ficción. Sin embargo, sólo en contadas ocasiones alguien tiene la suficiente lucidez para atreverse a imaginar (y reconstruir) una historia a partir de una simple noticia y trasladarla a la gran pantalla.

Y hay quien acude a este manantial inagotable de la actualidad por la alarmante sequía de ideas que padece la industria cinematográfica, pero no parece el caso de Gerardo Olivares, cuyas anteriores producciones (La gran final o 14 kilómetros) nos descubrían un cineasta inquieto y de mirada universal. Ahora, el realizador andaluz se queda en su tierra, donde ha querido recrear la extraordinaria vida de su paisano Marcos Rodríguez Pantoja, un pastor de cabras cordobés que pasó 12 años de su infancia y primera juventud aislado en plena Sierra Morena sin otra compañía que una manada de lobos.

El recuerdo de El pequeño salvaje (1970) resulta inevitable, aunque poco tienen que ver las reflexiones sobre la marginalidad y la socialización del maestro Truffaut con Entrelobos, una cinta de aventuras que explota con inteligencia y buen gusto las posibilidades visuales y narrativas de bellos escenarios naturales. Claro que el último trabajo de Olivares es mucho más que una cuidada dirección artística. Es la meta de un viaje que arrancó cuando decidió salir en busca del auténtico protagonista de este relato.

Gracias a su inquebrantable empeño por rescatar para el celuloide el inédito suceso, asistimos al excepcional ejercicio de supervivencia de un chaval obligado a crecer en la soledad del monte. Allí, rodeado de animales, será adiestrado en la obtención de recursos de un medio que, pese a su gran hostilidad, acabará convirtiéndose en su hogar y refugio. Con una cueva por techo, “el rey del valle” saldrá adelante poniendo en práctica los sabios consejos aprendidos en oficios tan necesarios como el rastreo, la caza, el ordeño, la recolección o las habilidades curativas.

Una existencia sumida en las penurias y la incertidumbre, dos rasgos propios también de la cruenta postguerra que le tocó vivir, un tiempo de hambre y harapos, de bandoleros y guardias civiles, de señoritos y criados… Todo un retablo sociopolítico que el director traza con pinceladas certeras y al que ponen voz y rostro las interpretaciones de un ajustado reparto (con mención especial para el niño Manuel Camacho y el veterano Sancho Gracia).

Quedaría por saber si, en su regreso forzado a la supuesta civilización, este atípico ser recuperó la “humanidad” perdida; o si, en nombre de ésta, fue tratado como una bestia más, hasta el punto de que todavía hoy sigue anhelando aquel estado “salvaje”. Pero no es Entrelobos la película que deba ni quiera planteárselo. Su propósito es entretener y emocionar con un personaje único en su especie. Y su ritmo, su factura y sus actores contribuyen plenamente a ello.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Entrelobos

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Gerardo Olivares

FOTOGRAFÍA: Óscar Durán

MÚSICA: Vicente Amigo, Klaus Badelt y Andrew Raiher

PRODUCCIÓN: José María Morales y Gerardo Olivares

INTÉRPRETES: Juan José Ballesta, Manuel Camacho, Sancho Gracia, Carlos Bardem, Alex Brendemühl

En el nº 2.733 de Vida Nueva.

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