Nada nuevo bajo el sol…

(Jesús Sánchez Adalid– Sacerdote y escritor)

“Hoy como entonces, dentro de los conceptos comunes de anticlericalismo y laicismo, hay tanto católicos como agnósticos y ateos. Debemos, pues, recuperar la tradición de un catolicismo que ofrezca un sentido, un proyecto y una identidad; y la esperanza de una comunidad de personas libres que quieren aprender a amar y a seguir sólo un mensaje: el de Jesucristo”

A veces resulta muy ilustrativa una mirada al pasado. Investigando sobre los orígenes del anticlericalismo, me encuentro con datos curiosos. Los obispos del siglo XIX ya habían lanzado graves pronósticos: “Nos contrista sobre todo la situación infeliz de nuestra juventud española, que sin la experiencia ni conocimientos que pudieran preservarla de la corrupción en edad más madura, se halla en la más frágil rodeada de periódicos y discursos, los más seductores y libertinos, que excitando su curiosidad y halagando sus vivas pasiones, les convidan con los placeres más sensibles y les hacen beber dulcemente el tósigo preparado por la impiedad”. Años después, denunciaban la existencia de “una juventud resbaladiza, impávida”, que despreciaba las sentencias de los maestros y se dejaba alucinar por las novedades de la prensa, la tertulia o en el café. En resumen, se hacía presente una aguda crisis de moral y de obediencia. Ya entonces se apuntaron soluciones: una mejor educación religiosa, un mayor despliegue de la caridad y una sustitución de los apoyos políticos por actitudes evangelizadoras más creíbles. Medios eficaces cuyos frutos requieren tiempo y paciencia.

Hoy como entonces, dentro de los conceptos comunes de anticlericalismo y laicismo, hay tanto católicos como agnósticos y ateos. Debemos, pues, recuperar la tradición de un catolicismo que ofrezca un sentido, un proyecto y una identidad; y la esperanza de una comunidad de personas libres que quieren aprender a amar y a seguir sólo un mensaje: el de Jesucristo.

En el nº 2.732 de Vida Nueva.

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