La Vida Religiosa quiere recuperar su “identidad profética” en el Viejo Continente

La Plenaria de la Unión de Superiores Generales recibe el aliento del Papa

(Darío Menor) Benedicto XVIdemostró que conoce la Vida Religiosa, sus puntos positivos y sus peligros y dificultades. No creo que nos haya dado un tirón de orejas. Fueron unas palabras fraternas, alentadoras, realistas y sencillas, como es el propio Papa”. Son las impresiones del sevillano Javier Álvarez-Ossorio, superior general de la Congregación de los Sagrados Corazones y miembro del consejo ejecutivo de la USG, tras la audiencia que concedió el Papa en el marco de la asamblea de la Unión de Superiores Generales (USG), que tuvo lugar del 24 al 26 de noviembre en Roma.

Álvarez-Ossorio considera aburrido el debate entre los que atacan la Vida Consagrada y sus defensores (“hay cosas más importantes de las que hablar”) y apunta que las congregaciones en Europa no deben añorar otros tiempos, sino “caminar con los hombres y mujeres europeos tal y como son hoy”. Como la anterior, esta asamblea ha tenido como objetivo la reflexión sobre el presente y el futuro de la Vida Religiosa (VR) en Europa (VN, nº 2.710).

Benedicto XVI agradeció a los religiosos “todo lo que hacen en la Iglesia y con la Iglesia a favor de la evangelización del hombre”, incluso en circunstancias “arriesgadas” y “difíciles”. Asimismo, recordó a los superiores generales que “una parte importante” de sus responsabilidades consiste en “la búsqueda común de medios que favorezcan la comunión, la mutua comunicación, el calor y la verdad en las relaciones recíprocas”.

Tiempos difíciles para la VR

Antes del discurso de Benedicto XVI, el presidente de la USG, el salesiano Pascual Chávez, aprovechó el saludo que dirigió al Pontífice para reconocer sin miedo que éste es un “tiempo difícil” para la VR. Chávez animó a que se recupere la “identidad profética” por medio de tres compromisos: “Volver a encontrar la profundidad de la experiencia espiritual, construir comunidad donde se vive con alegría el don de la fraternidad, y recuperar la centralidad de la misión y servirla con más transparencia”.

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