Formatos

(Dolores Aleixandre, rscj)

“Otro formato que me ha resultado poco acertado ha sido el de las religiosas limpiando el óleo del altar, pero no por una ‘reacción histérica de las feministas’, como ha criticado alguien, sino porque pienso que a los que diseñaron la ceremonia les faltaron luces y tino. Con lo fácil que hubiera sido repartir la limpieza (este pañito para ti, este otro para ti…) entre dos religiosas y dos diáconos”

Después del viaje del Papa, me han quedado preguntas abiertas, y una de ellas es qué tipo de impacto habrá tenido en la “población diana” a la que iba dirigido en gran parte el mensaje papal: aquellos cuya fe está más debilitada y amenazada por el secularismo. Porque, aunque el contenido del discurso haya sido excelente, no estoy segura de que el “formato impacto-estético” elegido para acompañarlo consiga que muchos vayan más allá de la admiración: qué hermoso, qué espectacular, qué solemne, qué magnífico… Me pregunto si esa vía es la más adecuada para transparentar el Evangelio y mostrar ese otro tipo de esplendor, alternativo al del mundo, que hacía decir a Jesús: “Mirad los lirios…, ni Salomón con todo su fasto logró vestirse como ellos…” (Lc 12, 27). Tuve que esforzarme mucho para convencerme de que los lirios estaban también allí, aunque lo que estaba viendo me evocaba más a Salomón y su fasto.

Me viene también a la memoria aquella pregunta evangélica sobre qué salimos a ver en el desierto: creo que hoy es esa desnuda belleza la que despierta en muchos el deseo y la nostalgia de Dios, más que los oros y destellos de un decorado barroco. Ya sé que es muy difícil, pero a la hora de llevar el Evangelio al mundo, ¿no podríamos imaginar otros caminos  que no se parezcan tanto al estilo ostentoso de los grandes espectáculos?

Otro formato que me ha resultado poco acertado ha sido el de las religiosas limpiando el óleo del altar, pero no por una “reacción histérica de las feministas”, como ha criticado alguien, sino porque pienso que a los que diseñaron la ceremonia les faltaron luces y tino. Con lo fácil que hubiera sido repartir la limpieza (este pañito para ti, este otro para ti…) entre dos religiosas y dos diáconos. A no ser que alguien considere impropio de un diácono realizar un servicio de ese tipo.

En próximas visitas, ¿dejaremos que el Espíritu que todo lo renueva nos inspire nuevos formatos?

daleixandre@vidanueva.es

En el nº 2.732 de Vida Nueva.

Compartir