Haití, entre la supervivencia y las elecciones

Aún sin reconstruir tras el terremoto y con la población diezmada por el cólera, el país acaba de celebrar elecciones

(P. Jean Hérick Jasmin, OMI- Sacerdote haitiano misionero en Colombia) Acaban de celebrarse las elecciones presidenciales y legislativas en Haití. Unos comicios que, al margen de las denuncias de “fraude” por parte de algunos de los candidatos a la presidencia, se han llevado a cabo en un país sin infraestructuras, destruido por un terremoto, reducido a la nada por el huracán Thomas y camino de ser aniquilado por el cólera, que deja ya más de 1.350 muertos y unos 20.000 hospitalizados.

No obstante, es posible apuntar algunos de los tantos desafíos del próximo Gobierno y de la Iglesia católica . Mientras, el pueblo reclama solidaridad en un tiempo de incertidumbre y de desdicha.

Dos desafíos urgentes

¡Son tantos los desafíos que le esperan al próximo Gobierno!, pero dos son fundamentales por su urgencia: la reconstrucción nacional y la erradicación del cólera.

1. Hacer de la solidaridad internacional una realidad de reconstrucción nacional

La tarea específica del Ejecutivo será la de transformar los sufrimientos de los haitianos en providencia y crecimiento, que deberán irse concretando en:

  • La reunificación nacional hacia una Conferencia nacional y una concienciación general. El próximo Gobierno deberá trabajar con fuerza para buscar el equilibrio de la política haitiana y disminuir el favoritismo o el nepotismo en favor de una buena gobernabilidad.
  • La formación de la juventud y la reducción de la vulnerabilidad. Cómo el futuro Gobierno integrará y aprovechará esta fuerza juvenil para la reconstrucción del nuevo Haití del mañana es otro gran reto, no menos importante que la necesidad de disminuir las desigualdades entre ciudades y grupos sociales.

2. Erradicar el cólera y levantar el ánimo del pueblo

Uno de los desafíos urgentes será consolidar las líneas de defensa sanitarias o los Centros de Operación y Urgencia Comunales (COUC), con vistas a erradicar el cólera antes de que se extienda por otros departamentos del país y territorios vecinos. Un gran reto, al que se suman los siguientes:

  • La lucha contra la desnutrición y el relanzamiento de la producción nacional. Con el empeoramiento de la situación social, muchos grupos de manifestantes en varios puntos del país fuerzan los depósitos y almacenes y roban la comida destinada a alimentar a los niños que sobrevivieron al terremoto y a los enfermos. Por otra parte, el río que riega todas las áreas de arrozales y otro cultivos se cree contaminado. Evitar las enfermedades asociadas a la malnutrición será, pues, una labor prioritaria en las próximas semanas.
  • Frenar el deterioro del medio ambiente y favorecer la descentralización demográfica. Después del último terremoto, más de 600.000 personas abandonaron Puerto Príncipe, gentes a las que el próximo Ejecutivo deberá poder ofrecerles oportunidades e infraestructuras humanas que les permitan instalarse en las ciudades de provincias sin sentir la necesidad de volver a refundar barrios pobres en las afueras de la capital.

Misión profética de la Iglesia

Ya desde mucho antes del terremoto, la Iglesia católica haitiana ha sido un apoyo firme del pueblo en sus sufrimientos y esperanzas. Sin embargo, hay tres aspectos específicos en los que su misión profética debe plasmarse ahora con fuerza.

  • De una Iglesia distante a una más cercana a la gente, con opción preferencial por los pobres. Además, la Iglesia haitiana hace una relectura positiva de dicho suceso, que, lejos de verse como un castigo de Dios, se aprecia como una oportunidad o, más bien, un lugar de la manifestación de la providencia divina.

  • El diálogo con las otras religiones. Pese a que los católicos constituyen el 55% de la población, la reconstrucción pasa también por los evangélicos (protestantes), con su interpretación escatológica de las calamidades y su interés por contribuir a la liberación espiritual del país.
  • Una Iglesia atenta, pero distante de la política de un reagrupamiento. Aunque no dude en llamar la atención sobre las necesidades y aspiraciones de la gente, sería sabio que observara la debida distancia de los políticos.

A estas alturas, queda claro que el nuevo presidente se deberá enfrentar a enormes desafíos, cuyos principales ejes hemos tratado de identificar. Hoy más que nunca, el pueblo debe contar con el apoyo incondicional de sus pastores, que siempre siembran y defienden la vida en nombre de Dios y de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Más información en el nº 2.731 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea el artículo completo aquí.

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