Un viaje muy personal

The Way

(J. L. Celada) Lo recordaba el Papa a su llegada a Santiago de Compostela: “En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad”. Y la milenaria ruta que conduce a la ciudad gallega es una de las metáforas más ajustadas de esa travesía humana. Claro que a cada cual, como en la propia vida, le mueven unas razones para ponerse en marcha: religiosas, culturales, el cumplimiento de una promesa o incluso una apuesta.

Emilio Estévez también tenía las suyas cuando decidió rodar The Way: regresar a las raíces de sus antepasados, concretamente a las de su abuelo Francisco, a quien dedica esta road movie a pie. Otra motivación bien distinta, aunque con no menos connotaciones familiares, es la que empuja a su protagonista (el veterano Martin Sheen, padre aquí por partida doble, dentro y fuera de la pantalla, del director y actor) a recorrer los cerca de 800 kilómetros que separan el incierto y doloroso comienzo de su aventura del lejano pero, a la postre, gozoso encuentro con la tumba del Apóstol.

Como este oftalmólogo californiano al que sigue los pasos, el realizador emprende un viaje muy personal por la geografía jacobea con el noble propósito –según ha reconocido en alguna parte– de escribir una “carta de amor a España”. La belleza de unos escenarios tan diversos, así como la cuidada selección de canciones, secundan oportunamente su empeño. Sin embargo, Estévez emborronará su declaración de intenciones con detalles propios de ese punto de vista folclórico (cuando no esperpéntico) que tienen los estadounidenses de las tradiciones españolas. El mismo que se imagina a un gitano de Burgos hablando en inglés o a los esforzados viandantes que pueblan el Camino cruzándose por tierras castellanas con un simulacro de vía crucis.

No sólo eso. Tal vez por el tema tratado –propicio a las lecturas en clave existencial, espiritual o, simplemente, con cierta carga de profundidad–, The Way reúne a lo largo de su periplo viajero casi tantos tópicos como peregrinos. Mientras nuestro hombre dialoga con el recuerdo de su hijo intentando ajustar las cuentas pendientes entre ambos y consigo mismo (primer lugar común de toda peregrinación), quienes se le unen en este inesperado viaje tratan de cumplir sus aspiraciones más inmediatas (adelgazar, dejar de fumar, recuperar la inspiración creativa), aunque no las más originales. Tampoco lo son demasiado sus estancias en albergues y posadas y las situaciones que deparan.

En esta película irregular como el propio trazado del Camino, no cabe buscar milagros –mucho menos cinematográficos–, aunque cualquier espectador dispuesto a salir de sí acabará encontrando remansos de esa “nueva clase de paz” hacia la que caminan los peregrinos. Escaso equipaje, en todo caso, para honrar este Año Santo como se merece.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: The Way

GUIÓN Y DIRECCIÓN:
Emilio Estévez

FOTOGRAFÍA:
Juanmi Azpiroz

MÚSICA:
Tyler Bates

PRODUCCIÓN:
Julio Fernández, David Alexanian y Emilio Estévez

INTÉRPRETES: Martin Sheen, Deborah Kara Unger, Yorick VanWageningen, James Nesbitt, Emilio Estévez, Tchéky Karyo, Ángela Molina, Eusebio Lázaro, Simón Andreu

En el nº 2.731 de Vida Nueva.

Compartir