Fe e ideologías

(+ Fernando Sebastián– Arzobispo emérito)

“La fe libera la razón de fantasías y nos mueve a buscar y respetar la verdad de las cosas. Quien cree en el Dios eterno está libre de divinizar a nada ni a nadie. La fe en Dios es libertad frente a todo lo que no es Dios. Creer en Dios nos libra de toda idolatría. Las ideologías son idolatría”

Algunas personas, muy preocupadas por mantener su libertad de pensamiento, se niegan a creer en Dios porque temen que esa decisión se convierta en una traba para su libertad. Consideran la fe como una ideología. A estas personas podemos decirles, en primer lugar, que la fe no es ideología; y en segundo lugar, que la fe estimula y protege la libertad para pensar y vivir de acuerdo con la verdad.

La fe no es ideología porque no nos ata a ningún sistema de verdades sobre las cosas de este mundo. La fe cristiana es la adhesión personal y libre a Jesucristo, como Hijo de Dios hecho hombre y Salvador de los hombres. Esta adhesión nos lleva a adorar y amar a Dios como Padre misericordioso, nos da la esperanza de la vida eterna y pone en nuestro corazón la ley suprema del amor como norma universal de vida. Pero no interfiere en la indagación y valoración racional de los acontecimientos de este mundo.

La fe libera la razón de fantasías y nos mueve a buscar y respetar la verdad de las cosas. Quien cree en el Dios eterno está libre de divinizar a nada ni a nadie. La fe en Dios es libertad frente a todo lo que no es Dios. Creer en Dios nos libra de toda idolatría. Las ideologías son idolatría. Reconocer que el mundo ha sido creado por Dios nos mueve a respetar la verdad de las cosas y de los acontecimientos, a tener siempre en cuenta el bien de las personas, a no anteponer nuestros juicios ni nuestros intereses al bien de los demás.

La fe nos libera para ser verdaderos y justos, para ser sociales y solidarios. Si lo pensamos bien, el mejor modo de defender nuestra libertad es adorar a Dios y apoyarnos en Él para ser personas. Dios no es nuestro enemigo, sino fuente de lo que somos y garantía de cuanto podemos llegar a ser. El laicismo proclama libertad y puede terminar en esclavitud.

En el nº 2.731 de Vida Nueva.

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