Editorial

La riqueza de la Palabra de Dios en la Iglesia

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Publicado en el nº 2.730 de Vida Nueva (del 20 al 26 de noviembre de 2010).

El Papa ha hecho pública su Exhortación Apostólica post-sinodal Verbum Domini, fruto del Sínodo de los Obispos sobre “La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia”, de octubre de 2008.

Es un texto rico en el que, entre otras cosas, se aborda el puesto central de los estudios bíblicos en el diálogo ecuménico y se impulsa “la promoción de las traducciones comunes de la Biblia”. Igualmente se habla de las homilías, así como el canto litúrgico, que debe tener “una clara inspiración bíblica” y expresar “la belleza de la palabra divina”. Insiste en la necesidad de “prestar una atención especial a los que, por su condición particular, tienen problemas para participar activamente en la liturgia, como, por ejemplo, los discapacitados en la vista y el oído”. Considera que la animación bíblica no es un apéndice en la vida de la Iglesia, sino que es necesario volver a darle el “puesto central de la Palabra de Dios”, y propone en varias ocasiones la lectura orante de la Biblia, conocida como lectio divina.

Lo más importante que subyace en el documento es su contextualización en el camino de la nueva evangelización, prioridad del pontificado de Benedicto XVI. Esta nueva evangelización pasa, en buena parte, por el testimonio, que debe tocar todas las dimensiones de la vida, incluyendo el compromiso por la justicia, la defensa de los derechos humanos, la promoción de la paz, la salvaguarda de la Creación, la presencia en Internet para que en la Red aparezca “el rostro de Cristo”, y el diálogo interreligioso.

Un documento que será estudiado, sin duda, y que merece de acciones posteriores para llevar a cabo su objetivo. La palabra de Dios, riqueza de la Iglesia, ha de ser conocida, valorada y asumida por los cristianos allá donde se encuentren. No convendría olvidar el excelente texto final de aquel Sínodo en el que se plasmó el espíritu que aquí subyace.

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