Comprometidos con una sociedad en crisis

La situación del país y la Misión Continental, objetos de reflexión en la última Asamblea Plenaria del Episcopado mexicano

Reciente acto por la paz en Monterrey

(Pablo Romo Cedano– México DF) Reunidos “para compartir las variadas experiencias de la Misión Continental permanente” en sus diócesis y “descubrir los caminos del Espíritu para dinamizarla en sus procesos y estrategias”, los miembros de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) celebraron del 8 al 12 de noviembre su 90ª Asamblea Plenaria.

“En un ambiente de encuentro orante, reflexivo, fraterno y de serena esperanza” –como se describe en el mensaje final–, los participantes pudieron entrevistarse con funcionarios del Gobierno, con el presidente Felipe Calderón y con representantes de diversas instituciones religiosas para reflexionar conjuntamente sobre la situación del país. En la sesión con el Ejecutivo Federal, los obispos expresaron su preocupación por la violencia creciente, a lo que el mandatario respondió que México enfrenta grandes desafíos, pero que “también ha demostrado que, con unidad, los mexicanos sabemos salir adelante y superar los problemas, como el de la inseguridad”.

Esta Plenaria de la CEM ha tenido lugar en el contexto de los festejos por el Bicentenario de la independencia del país y a punto de iniciarse las celebraciones del centenario de la Revolución, dos aniversarios que les han brindado a los obispos “la oportunidad de repensar la definición de nuestra identidad y el compromiso permanente de ser libres y justos, en una sociedad que vive una profunda crisis cultural que cimbra sus cimientos y pone en cuestión su futuro”. Un mensaje ya recogido en dos de sus textos más relevantes: la carta Conmemorar nuestra historia desde la Fe para comprometernos hoy en nuestra Patria y la exhortación Que en Cristo nuestra Paz México tenga vida digna.

En el mensaje conclusivo de la Asamblea –firmado por Carlos Aguiar Retes y Víctor René Rodríguez Gómez, presidente y secretario general de la CEM, respectivamente–, el Episcopado identifica también uno de los desafíos que reclama “una palabra iluminadora y una presencia comprometida” de la Iglesia: la “necesidad de que el Evangelio incida en la nueva cultura, caracterizada por la reducción del ser humano a objeto de consumo y la ausencia de aspiraciones humanizadoras y trascendentes”.

Los pastores reconocen, asimismo, que “la Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con mayor fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias”. Y, ante los nuevos retos, recuperan el llamamiento de Aparecida a “ser misioneros de la esperanza, iluminados por la fuerza del Espíritu Santo en un nuevo Pentecostés, que nos da confianza y seguridad para vencer los miedos, temores y dificultades de nuestro tiempo”. Finalmente, asumen “con renovado entusiasmo ser discípulos misioneros, viviendo y compartiendo el tesoro más preciado que es Cristo y su buena nueva de salvación”.

Claro que el contexto no parece el más propicio: según los analistas, en su cuarto año de gobierno, el Ejecutivo actual ya inicia la carrera por la presidencia para 2012. A ello se suma la guerra contra el crimen organizado, que pasa por uno de sus momentos más delicados, pues la población no ve resultados y existe un sentimiento de gran frustración social. Mientras tanto, la economía logra un respiro y se estabiliza, aunque sin una recuperación significativa. Un horizonte, en suma, de grandes desafíos para la evangelización en medio de un país que requiere más que nunca la voz de sus pastores, para iluminar los temas que afectan a la vida de su grey.

PRIVILEGIOS NO, LIBERTAD SÍ


El mensaje episcopal reivindica también la participación de la Iglesia y sus representantes en medio de la sociedad para “garantizar el derecho humano fundamental a la libertad religiosa, signo de una auténtica democracia”. Y, en respuesta a quienes consideran que las autoridades mexicanas de justicia no tocan ni juzgan a los ministros de culto, aclara que “la Iglesia no busca ni pide privilegios, sólo requiere un marco jurídico democrático para desarrollar una positiva colaboración en la resolución de los problemas sociales”.

Como telón de fondo de estas declaraciones, figuraban las críticas al cardenal Juan Sandoval Posadas, arzobispo de Guadalajara, por parte de las autoridades de Ciudad de México a cuenta de los matrimonios homosexuales, a las que se ha unido la acusación judicial contra el obispode Ecatepec, Onésimo Cepeda, en un caso por fraude en el manejo de 130 millones de dólares en obras de arte.

promo@vidanueva.es

En el nº 2.730 de Vida Nueva.

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