Nuevos carnés para sacerdotes en 2011

Más seguros y menos falsificables para evitar a los timadores

(Texto: E. García– Fotos: Archivo VNC) Supuestos sacerdotes que aparecen celebrando misa en los espacios más insospechados -casas de familia o incluso establecimientos- u ofreciendo servicios  dentro y fuera de algún cementerio como cualquier vendedor de intangibles, es una situación que desde hace tiempo es bien conocida por las autoridades en áreas metropolitanas como la capital colombiana.

Nada más en el caso de Bogotá, el panorama de denuncias que llega a la Arquidiócesis y a través de la Cancillería, es constante;  se registran denuncias casi a diario y en torno a sujetos vestidos de “sacerdote” que cobran gruesas sumas de dinero por oficios religiosos de toda índole. La preocupación ha  llevado a que la Arquidiócesis de Bogotá busque la forma de al menos, optimizar el estándar de seguridad del documento que acredita la condición y facultades de un sacerdote. Para ello, se ha establecido contacto con cuatro compañías especializadas en la elaboración de papel seguridad para hacer del documento o carné que acredita las facultades de un sacerdote, algo más moderno y menos falsificable, pues más allá de un papel sellado, con foto y laminado en plástico, ningún ciudadano corriente estaría en posibilidad de establecer si aquel hombre es un sacerdote de verdad a través de tal documento. Sin embargo, muchos sí estarían en capacidad de imitar aquel carné.

Se tiene previsto que para el año próximo (2011), los sacerdotes, al  menos en la zona metropolitana de Bogotá, puedan actualizar este documento una vez que se concrete el convenio para su diseño e impresión de uno más moderno y menos falsificable.

No obstante, si una persona común y corriente no puede verificar si quien porta el documento que acredita sus facultades como sacerdote, realmente lo es, sí lo puede hacer otro sacerdote, el párroco del sector o barrio en donde usted vive.

Ellos pueden establecer la autenticidad del documento. La segunda opción para el ciudadano, es solicitar por escrito a la cancillería en la Arquidiócesis si el nombre de la persona en cuestión tiene facultades eclesiásticas para ejercer como sacerdote. Cada cinco años, como tiempo límite y en el caso de que no haya sido trasladado o movido de su puesto, un sacerdote diocesano debe renovar su licencia (otorgada por el obispo de la jurisdicción en donde se ordenó). En este sentido, si hay novedades como un traslado o cambio, debe renovarla. En el caso de los sacerdotes de comunidades religiosas, la renuevan cada tres años.

Con todo ello, la ciudadanía aún es muy vulnerable frente a los timadores. Pues ni siquiera la Cancillería puede atreverse a responder con nombre propio que un sacerdote sea falso o que no lo sea, pues con la proliferación de nuevas confesiones, disidencias, sectas,  grupos o comunidades con alguna estructura jerárquica, obtienen personería jurídica del Ministerio del Interior y de Justica, acreditándoles como organización religiosa, que puede ser católica o no. “Si yo llegare a decir que la persona por la que me preguntan es un falso sacerdote, al otro día me denuncia la misma persona por injuria y calumnia, ya que podría demostrar una acreditación oficial y reconocida”, sentencia Francisco Niño Sua, canciller de la Arquidiócesis de Bogotá. En otras palabras, todo lo que puede conceptuar la curia es si aparece o no un nombre en cuestión y que esté en comunión con el Papa Benedicto XVI y el Arzobispo de Bogotá y si tiene facultades o licencia vigente.

Publicado en el nº 14 de Vida Nueva Colombia.

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