Centro de Pastoral Indígena, ¿una realidad?

En un tercer encuentro nacional de religiosos nativos, se recordó y planteó la meta

(Texto: Jimmy Escobar G.– Fotos: Humberto Pinto) Resulta contradictorio para muchos que mientras la comunidad afro-colombiana haya podido organizarse de manera representativa y a nivel religioso creando el Centro de Pastoral Afro – colombiana (CEPAC), otro grupo étnico tan importante como el indígena no se haya organizado de igual forma en ese mismo nivel.  Ocurre todo lo contrario a nivel político, ámbito en el que la comunidad indígena está muy bien organizada,  mientras que la comunidad afrodescendiente no se ha organizado de la misma manera.

La meta quedó planteada nuevamente al cabo de un tercer encuentro de carácter nacional entre sacerdotes indígenas, líderes y religiosas procedentes de distintas comunidades autóctonas del país, que se congregaron en Bogotá, en la sede de la Conferencia Episcopal.  Y es que llevar la palabra evangelizadora a estas comunidades en Colombia como en el resto de América Latina, no ha sido una tarea sencilla y menos exenta de errores y exabruptos culturales  en ningún periodo de la historia.  Sin embargo, nombres como  los de los  franciscanos Juan de la Deule, Juan Tizín y Jerónimo Ramón Pané, a quien se ha considerado como el primer maestro y catequizador del nuevo mundo, son apenas algunos de los múltiples y emblemáticos ejemplos en la Iglesia, cuya acción evangelizadora no se ha detenido y persiste hoy como ayer en el mismo propósito. Hace apenas ocho años,  se creó en el seno del Centro Nacional Misionero la Sección de Etnias con el sacerdote Carlos Rafael Toro a la cabeza.  En la tarea de consolidar una cosmovisión que concilie una espiritualidad indígena con una católica de origen europeo, se ha logrado como resultado que de 1.390.000 indígenas, -pertenecientes a 92 comunidades étnicas- que sobreviven como cultura en Colombia, hoy cerca de un 40 por ciento, según se estima, sea abiertamente católico. Dice José Fidel Coscué, líder indígena de la comunidad Nasa –ubicada en un resguardo de Toribío, Cauca en el sur-occidente colombiano-, que “la cultura Nasa es muy religiosa”; con orgullo lo expresa, “toda mi familia y mis hijos son bautizados”. Pero cuando se le pregunta cómo ocurre el proceso de los indígenas que llegan a ordenarse sacerdotes o religiosas, su respuesta abre nuevos interrogantes. “Cada persona que se ordena como sacerdote… ahí sí hay una confrontación… lo dicen quienes se han ordenado, y es que al desintegrarse de su comunidad y adquirir otros conocimientos hacen olvidar su propia realidad y para volver a integrarse a su realidad, la de su cultura, tienen que llegar y empezar casi que de cero en su comunidad de origen”. José Fidel trae a colación un ejemplo con nombre propio. “Recuerdo las palabras del finado Álvaro Ulcué Chocué (Sacerdote Nasa, asesinado en 1984), con quien tuve la oportunidad de trabajar mucho a su lado. Él era del resguardo de Pueblo Nuevo, y cuando trabajaba con nosotros en Toribío, decía él, que irse de la comunidad donde se había nacido, solo se regresaba si se conservaba todos los rituales con los cuales lo habían engendrado a uno, desde aquel momento hasta su muerte, sólo así podía regresar sin problemas, de lo contrario, se van de su comunidad, la  abandonan, se desintegran… y ya aparentan ser de otro grupo. Así lo comentaba el finado Álvaro”. Agrega José Fidel sobre quienes se desintegran, que no hay por qué culparlos. “A muchos les da pena conservar los valores propios como el pensamiento, el vestido y eso es normal en el ser humano, pues tenemos el gran problema y es toda la discriminación y atropello que hemos sufrido como indígenas, de manera que muchos quieren ubicarse en el grupo que no es discriminado, ni mal tratado”.

Teología que se abre al mundo indígena

Explica el director de la Sección de Etnias del Centro Nacional Misionero, el padre Toro, que se encuentran muchos elementos comunes entre la espiritualidad indígena y la cristiana, entre ellos, “el tema de las comidas. Para los indígenas es algo sagrado; entonces en alguna reunión hablábamos con cierta comunidad, sobre cómo el tema de los alimentos en Jesús es igualmente una experiencia de solidaridad, fraternidad, encuentro y reconciliación. Mirábamos esa relación de las comidas entre una y otra percepción, relacionándola con el gran banquete de la eucaristía y les mostrábamos también cómo Jesús levanta el ánimo de hombres y mujeres”.

Han sido diversos y frecuentes los encuentros indígenas con carácter socio-religioso entre comunidades e Iglesia, pero especialmente a nivel regional.  Este, realizado los días 18, 19 y 20 de octubre, sólo llegaron una veintena de representantes de diversas regiones. La razón de la baja asistencia habría sido entre otras,  de orden económico, pues se trataba de un evento que implicaba el pago de una inscripción, que sin embargo, para muchos asistentes no era oneroso ($100 mil pesos). Pese a todo, se concretó dejando conclusiones y esperanzas. Por parte de la Iglesia, sigue siendo vital “lograr que las vocaciones autóctonas, que tienen afinidad con la cosmovisión y la cultura de sus pueblos, puedan ser agentes de una nueva manera de llevar el Evangelio a sus comunidades, que responda a las exigencias que viene haciendo la Iglesia desde el Vaticano II con aquella propuesta de respetar y atender las semillas del Verbo que están escondidas en las culturas milenarias, no cristianas, y además la invitación del Papa Pablo VI, de evangelizar las culturas hasta sus raíces”, reza una de las justificaciones para continuar promoviendo estos encuentros  etno-religiosos.  “Los pueblos indígenas de Colombia están redescubriendo su identidad cultural y su capacidad de ser una alternativa de vida a un mundo uniformado y centrado en el lucro económico. Corren el riesgo de ser absorbidos por fuerzas globalizadoras. Al mismo tiempo, en Colombia están siendo víctimas de los diferentes grupos armados, que les causan desplazamiento, sufrimiento y muerte”, concluye otro aparte de las justificaciones  para el reciente encuentro.

Faltan seminarios que atiendan vocaciones indígenas

Con respecto a las vocaciones indígenas de carácter religioso, sólo el Seminario Intermisional y la comunidad de las Lauritas han ajustado de manera formal su estructura para responder a estas vocaciones. La Iglesia en general, a través de las comunidades religiosas presentes en la Colombia semirural, trata de adecuarse de cara a estas inquietudes que no abundan, pero sí se dan.  “Los seminarios están muy esquematizados y los indígenas encuentran trabas en este sentido, de manera que el pensum, ha tenido que adaptarse también en los casos que se han dado”, cuenta el sacerdote Carlos Toro. El hecho concreto, es que el número de sacerdotes y religiosas indígenas no pasarían  de 30 hombres y mujeres ordenados como tal.  “Se busca que ese grupo en particular se organicen en un movimiento propio indígena como agentes de pastoral, que le ayude a la Iglesia Católica para llegar con más fuerza a las comunidades indígenas”.

Publicado en el nº 14 de Vida Nueva Colombia.

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