Laicos en el corazón de la sociedad

La espiritualidad ignaciana impregna la labor apostólica de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX)

(Fran Otero) La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) es una realidad eclesial tan enraizada en la Iglesia y en la sociedad como desconocida y poco valorada. Está presente en numerosos países y, aunque son muchos y diferentes sus miembros, se consideran una sola comunidad. Les gusta insistir en esta idea: una misma comunidad con representación en muchos lugares. En total, cuenta con 25.000 miembros en todo el mundo, mientras que en España la cifra es cercana a los 900.

Constituyen una asociación laica y, a pesar de que no dependen jurídicamente de la Compañía de Jesús, la espiritualidad ignaciana es su razón de ser. Tanto, que su origen se remonta a las Congregaciones Marianas iniciadas por Jean Leunis, SJ y aprobadas por primera vez por el Papa Gregorio XIII en 1584, y a los grupos de laicos que trabajaban años antes junto a san Ignacio de Loyola.

“La espiritualidad de esta comunidad se desprende de los ejercicios de San Ignacio”, explica a Vida Nueva José María Galán, miembro del Comité Ejecutivo de CVX España. “Por ello –continúa– seguir esta vocación implica vivir la espiritualidad ignaciana todos los días, además de practicar la oración, el examen diario ignaciano y las reuniones en grupos de vida”. Precisamente, los ejercicios son la fuente específica y el instrumento característico en su itinerario vital, porque es lo que les permite acercarse a la realidad social de una manera diferente. Pasar por esa experiencia es ineludible para cualquier integrante de la comunidad. “Son innegociables”, dice José Antonio Suffo, otro miembro de CVX-E.

Maduración personal

Alfonso Salgado

Entrar a formar parte de la asociación lleva consigo un proceso de maduración personal y de discernimiento de la vocación. Prima la formación en la primera etapa, para pasar más adelante a la acción. “Se trata de poner los talentos, el trabajo que tiene cada uno, al servicio de los otros y de estar donde nadie quiere”, continúa Suffo.

Cuenta el presidente de CVX España, Alfonso Salgado, que estas comunidades están formadas por personas corrientes, normales… Son hombres y mujeres de todas las edades y condiciones sociales. Comparten su opción por seguir a Jesús de una manera concreta y por su compromiso, en  la Iglesia y en la sociedad, en favor de los valores humanos y evangélicos esenciales para la dignidad de la persona, el bienestar de la familia y la integridad de la creación. “Es nuestro modo de estar en la Iglesia y en el mundo”, señala.

No viven en comunidad, pero sus miembros tienen un fuerte sentido de la pertenencia. Ahí están los principios generales –donde se refleja la identidad– y unas prioridades, así como encuentros y experiencias de vida en común. “Nos une el compartir una misma vocación y misión”, añade Salgado. Los miembros de cada comunidad cuentan además con el apoyo comunitario a través de los grupos de vida, reuniones periódicas en las que se ofrece un espacio para la formación, para compartir experiencias y para la reflexión. Lo ejemplifica Salgado en una afirmación: “No se me ocurriría tomar una decisión sin contar con mi comunidad”.

En definitiva, ofrecen a creyentes y no creyentes un modo de vida alternativo  nada excluyente. Para ellos es bueno, y por eso lo ofrecen sin reparos con la mejor de las intenciones. La opción por los más pobres y por la justicia también es algo sustancial en estas comunidades y, por ello, se muestran decididos a cambiar las estructuras que provocan desigualdades, ya sea a través de la política, la cultura o el sindicalismo.

En este sentido, la vida de CVX es principalmente apostólica y está enfocada a la misión. No tiene límites, se extiende a la Iglesia y a la sociedad para hacer presente el evangelio de salvación a todos y para servirles. En concreto, en España están centrados en tres campos: migraciones, jóvenes y familia.

Abordan estas cuestiones desde un punto de vista integral. En el caso de la inmigración, combinan la colaboración en procesos de reflexión con la labor asistencial a través de instituciones de la Compañía de Jesús o de otras. “Trabajamos en la acción, reflexión y atención de los inmigrantes en colaboración con otras realidades de la Iglesia y de la sociedad”, explica Salgado.

Al ámbito de las familias se han aproximado hace relativamente poco, al menos, como una de sus principales prioridades. De hecho, hace unas semanas se celebró en Loyola el II Encuentro Familia y Espiritualidad Ignaciana, que convocó a unas 60 familias procedentes de comunidades locales de España bajo el lema Familias para los demás. Precisamente, ésta es la intención de las familias de CVX: aportar su visión y experiencia.

Dice José Antonio Suffo que los Ejercicios de san Ignacio ofrecen herramientas que “pueden hacer mucho bien al corazón de las familias y las parejas”. No considera que la institución esté en crisis, pero reconoce la necesidad de cuidarla. Así, parte de su labor en CVX consiste en el trabajo con parejas y en las escuelas de padres. “Es así, en la misión, como entiendo mi vida”, apostilla.

Pablo Ruiz Lozano

Los jóvenes son otro de los retos. En estos momentos, la CVX se encuentra en un proceso de reflexión sobre cómo apoyar y abordar la pastoral juvenil en aquellos lugares donde trabajan los miembros de la comunidad, por ejemplo, en el campo docente. El objetivo es que en esos ambientes estén personas con un fondo ignaciano y propongan esta espiritualidad. Será también importante, en este sentido, la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid en 2011, a la que apoyarán a través de Magis, una iniciativa pastoral organizada por la Compañía de Jesús (ver recuadro).

Para llevar a cabo todas estas tareas, cada comunidad local cuenta con un asistente que, dado el origen y el ser de la asociación, es un sacerdote jesuita. Como Pablo Ruiz Lozano, SJ, asistente nacional de CVX España. Su labor, tal y como cuenta él mismo, se basa en acompañar a la comunidad y ser el representante visible de la Iglesia, aunque también les ayuda a tomar decisiones y vigila que no se pierda el espíritu de san Ignacio. Eso sí, deja claro lo que no es: “Los asistentes no somos ni directores ni líderes, sino acompañantes”.

Ya a nivel más organizativo, la comunidad de cada país cuenta con una Asamblea General y un Consejo Ejecutivo, cuyas funciones son las de asegurar las estructuras y programas de formación necesarios para responder al desarrollo de toda la comunidad. También determinan las políticas y las normas, y las hacen cumplir. Es el lado más institucional de una organización entregada a la misión.

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Hacia Magis 2011


La CVX articula mucha de su labor apostólica y pastoral principalmente a través de instituciones de la Compañía de Jesús. Así, en su opción por evangelizar el mundo de los jóvenes, ha decidido apoyar, junto a otras realidades ignacianas, la iniciativa Magis, que se celebrará en los días previos a la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011 y que reunirá a jóvenes de todos los rincones del planeta. El encuentro se desplegará en tres etapas. La primera, en el santuario de Loyola, donde se reunirán todos los participantes para comenzar juntos su particular “aventura ignaciana”. Serán momentos para compartir, rezar, acompañar… Tras este encuentro, los jóvenes se repartirán por ciudades de España y Portugal para participar en experiencias de peregrinación, servicios sociales, arte, espiritualidad, ecología, fe y cultura. Magis culminará con su incorporación a los actos de la JMJ tras otra jornada de convivencia, esta vez de reencuentro, en la capital española. La iniciativa se inició en 1997, con la JMJ de París, aunque no recibió su nombre actual hasta Colonia 2005. Tras Sydney, Magis llega a España y Portugal para ofrecer a los jóvenes la posibilidad de “lanzarse a la aventura de ver, amar y servir al mundo de otra manera”.

En el nº 2.728 de Vida Nueva.

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