La peregrinación a Santiago, Camino de Europa

(José Fernández Lago, Director del Instituto Teológico Compostelano- Canónigo Lectoral de la Catedral de Santiago de Compostela) El verdadero peregrino sale de su pueblo y no se siente dueño de la tierra: la pisa, pero la deja y sigue su camino. El primer peregrino a Santiago es Alfonso II el Casto en el año 813. El rey mandó edificar una pequeña iglesia y la proveyó de monjes benedictinos que promovieran y cuidaran el culto. En 1075 se inicia la construcción de la Catedral. Las peregrinaciones alcanzan su cénit en el siglo XII.

Cluniacenses y benedictinos dan el tono para la construcción del Camino jacobeo, y también de Europa. A lo largo del Camino edifican iglesias, hospitales, conventos y otros lugares para fortalecer y curar a los peregrinos.

El cristianismo naciente ya asienta las bases de lo que será Europa, al ofrecer un horizonte nuevo, para superar una sociedad romana decadente y unir así en su visión elementos judíos, griegos y también romanos. En el siglo VIII, el Beato de Liébana considera a Santiago el evangelizador de España. La cadena de monasterios en el Camino dejó sus huellas en muchos ámbitos del saber.

Goethe afirmó que Europa se hizo peregrinando a Santiago, a la basílica jacobea cercana al Finis terrae. Ese hecho dio pie a Juan Pablo II para proclamar desde Santiago de Compostela, en el año 1982, la llamada a Europa a ser ella misma, recordando sus orígenes, un texto fundamental en la construcción de la Unión Europea.

Hoy siguen llegando los peregrinos a Santiago, buscando luz y fuerza para construir una Europa más digna, más solidaria y fraterna. También Benedicto XVI ha querido sumarse a esta larga historia, como un peregrino más; y, con este gesto, contribuir a avivar las raíces cristianas de Europa.

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