Abraham Desta: “El enemigo a combatir es la pobreza, no las personas”

Entrevista al vicario apostólico de Meki (Etiopía)

(José Carlos Rodríguez Soto– Fotos: Luis Medina) El obispo etíope Abraham Desta, de 59 años, dejó hace años su región natal de Adigrat, en el norte del país, para trabajar en Meki, un extenso territorio de 156.000 kilómetros cuadrados  del que desde hace seis años es vicario apostólico. “Es un lugar de primera evangelización”, señala monseñor Desta, mientras desgrana los datos de su  diócesis: seis millones de habitantes,  de los que sólo 25.000 son católicos.

– ¿Qué tipo de labor social realizan en su diócesis?

Nuestra prioridad es empoderar a los pobres por medio de la educación, y para ello construimos aulas, formamos a maestros y buscamos apadrinamientos para que los jóvenes puedan estudiar. Además de esto, tenemos un hospital rural, proyectos comunitarios de agua potable y de riegos para los campesinos, prevención del sida, y también organizamos cursillos de justicia y paz.

– Etiopía sigue siendo uno de los países más pobres del mundo. ¿Por qué?

En Etiopía tenemos mucha superficie de suelo apto para el cultivo: el 80% del territorio. Pero la mayor parte de la gente sigue un sistema tradicional de cultivo de la tierra que es muy anticuado.

Además de esto, no hay que olvidar que durante muchos años hemos tenido guerras y sequías; es decir, unas veces calamidades naturales, y otras provocadas por las personas. Hemos de convencernos de que el enemigo contra el que tenemos que luchar es la pobreza, no otros seres humanos. A pesar de todo, yo tengo esperanza y creo que en Etiopía las cosas están cambiando.

Otro modelo de ayudas

– Cuando se ven tantas necesidades, uno se pregunta: ¿por qué fracasan tantas ayudas oficiales en países africanos?

Hay ayudas de emergencia que llegan cuando ha habido calamidades como sequías y hambrunas, y que son necesarias. El problema es que no podemos quedarnos siempre en las emergencias y tenemos que dar el paso adelante hacia el desarrollo.

Además, hay que involucrar a las comunidades en las que queremos realizar las intervenciones, y esto significa que hay que terminar con formas de actuar que consideran a los africanos como meros receptores de ayudas. Tampoco hay que olvidar que lo más importante para el desarrollo es la educación, es decir, hay que transferir conocimientos y tecnología.

– Ha pasado un año desde el segundo Sínodo Africano, celebrado en Roma. Usted estuvo allí. ¿Qué ha sido lo más significativo de él?

Nos sirvió para relacionarnos mejor entre las Iglesias africanas, en comunión con el Papa, y para reflexionar más sobre la paz, los derechos humanos y la reconciliación. El resultado ha sido que las Iglesias de África hemos hablado con una sola voz para decir que el punto número uno de nuestra agenda es la paz y el desarrollo.

Más información en el nº 2.728 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la entrevista íntegra aquí.

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