Más pecados que piedras

Stone

(J. L. Celada) Quien evita la ocasión evita el pecado; en el pecado lleva la penitencia; quien esté libre de pecado que tire la primera piedra… El refranero y, muy especialmente, la Biblia nos brindan incontables enseñanzas en torno a una de las realidades inherentes a la condición humana (no es casualidad que, coloquialmente, el cuerpo reciba el curioso apelativo del “costal de los pecados”). Sin embargo, a menudo desaprovechamos esas sabias observaciones. Lo que resulta menos frecuente –por no decir insólito– es emplearlas de un modo tan superficial y caótico como lo hace Stone.

El último trabajo de John Curran contaba a priori con dos personajes cuya relación estaba llamada a proporcionar interesantes reflexiones acerca de la culpa, el libre albedrío o la capacidad para distinguir el bien y el mal: se trata de un oficial a punto de jubilarse (situación profesional de la que se empeñan en seguir abusando los guionistas), encargado de revisar las solicitudes de libertad condicional, y uno de los reclusos –quien comparte apodo con el título de la cinta– que pasa por su despacho en busca de un indulto anticipado. Pues bien, ni uno ni otro en sus interminables diálogos arrojan demasiada luz a los jugosos dilemas que se plantean, algo a lo que tampoco contribuye el hecho de que el funcionario sea un episcopaliano militante.

Muy al contrario, esta adscripción religiosa le sirve al director como pretexto para hablar de Dios aquí y allá: de su voluntad, de su silencio, de sus voces… A estas alturas, ya ha quedado claro que Stone no es un thriller carcelario, aun cuando contenga ciertos momentos (peleas, ajustes de cuentas…) y escenarios de este subgénero (la enfermería, el comedor, el patio, el locutorio…), pero es que ni siquiera alcanza la solidez narrativa de los buenos dramas de corte psicológico.

Ni dos actores de la talla interpretativa del veterano Robert de Niro y un digno sucesor en el oficio como Edward Norton, felizmente secundados por la sensual Milla Jovovich (tercer vértice de este triángulo) y Frances Conroy, consiguen elevar el tono mediocre y reconducir la mirada dispersa de una producción con una alarmante falta de ritmo y un planteamiento argumental que, lejos de mantener un desarrollo sostenido, sucumbe al tópico, la anécdota o la sentencia altisonante. Otro tanto ocurre con la propia historia, víctima de un pseudoespiritualismo que toma el nombre de Dios en vano, para ponerlo al servicio de dudosas teorías sobre el renacimiento a una nueva vida o la verdadera escucha.

Así pues, ni el notable éxito de El velo pintado (2006), anterior filme del director, ni el prometedor reparto de Stone logran expiar los múltiples pecados de esta película (y no nos referimos al adulterio, la mentira o el asesinato, tan presentes a lo largo de su trama). Y es que –volviendo al principio de estas líneas, aunque sin ánimo de reinterpretar la advertencia evangélica–, cabría decir que esta vez no hay piedras suficientes para tantos pecados.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Stone

DIRECCIÓN: John Curran

GUIÓN: Angus Maclachlan

FOTOGRAFÍA: Maryse Alberti

PRODUCCIÓN: Jordan Schur y David Mimran

INTÉRPRETES: Robert de Niro, Edward Norton, Milla Jovovich, Frances Conroy

En el nº 2.727 de Vida Nueva.

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