Jóvenes y acogida de la JMJ

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) tiene su epicentro en Madrid, diócesis anfitriona. Al resto se les pide “acogida”. Se les llama así. Y lo sabrán hacer porque hay más energía acumulada de la que se ve. Como la hay en grupos juveniles de congregaciones religiosas y de nuevos movimientos. Se trata de sumar ideas, experiencias, alegría y entusiasmo. Es el mejor aval del éxito. Mal se sentirían si sólo se les pidiera oficio de mesoneros para la “parada y fonda” de asistentes. Mal se sentirían si sólo les tocara poner la tela y el hilo. Habría que contar con ellos desde el fondo de su experiencia creyente y no sólo desde su capacidad para llenar explanadas. En cualquier rincón hay iniciativas que habría que poner en valor. Ésta es una ocasión. Son muchas las experiencias de fe, con nervio joven y color esperanza en sus miradas. Cuando los jóvenes sienten que sólo se les quiere para bracear, aplaudir y cantar como comparsas de feria, suelen reaccionar con desdén, silencio y huida. La JMJ puede ser un buen momento para “ver, juzgar y actuar” sobre los pocos, pero muy entregados, jóvenes que trabajan con vigor en la extensa geografía de la Iglesia española.

Publicado en el nº 2.727 de Vida Nueva (del 30 de octubre al 5 de noviembre de 2010).

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