El Papa abre el Sínodo de Oriente Medio subrayando su finalidad “pastoral”

El Pontífice recordó que “la Iglesia está llamada a ser signo e instrumento de unidad y de reconciliación”

(Antonio Pelayo– Roma) Raras veces la Basílica de San Pedro ha sido escenario más vistoso de la pluralidad y de la unidad de la Iglesia católica como en la mañana del domingo 10 de octubre en la concelebración de la Eucaristía con ocasión de la apertura de la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.

Con el Papa concelebraron 177 padres sinodales de los cuales 19 eran cardenales, 9 patriarcas de las iglesias orientales,72 arzobispos, 67 obispos y 10 sacerdotes además de 69 colaboradores de la asamblea sinodal.

Cerraba la procesión Benedicto XVI, al que acompañaban los presidentes delegados: el cardenal Nasrallah Pierre Sfeir, patriarca de Antioquía de los Maronitas; el cardenal Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos; el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales; Su Beatitud Ignace Youssif  III Younan, patriarca de Antioquía de los Siros; el relator general Su Beatitud Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los Coptos; el secretario general monseñor Nikola Eterovic y el secretario especial monseñor Joseph Soueif, arzobispo de Chipre de los maronitas.

Presencia de los distintos países

Entre el público destacaban muchos sacerdotes, religiosas y laicos provenientes de países como Líbano, Siria, Jordania, Kuwait, Israel, Turquía, Emiratos del Golfo, Egipto, Chipre, Irak. También fue muy variado el uso de las lenguas además del latín: griego, francés, inglés, árabe, turco, hebreo y parsi. La parte musical se la dividieron la Capilla Sixtina y un coro de seminaristas de los diversos colegios orientales de Roma que cantaron en árabe.

El Santo Padre comenzó su homilía saludando a las “seis venerables Iglesias orientales católicas  sui iuris, a los patriarcas de cada una de ellas, a todos los fieles confiados a sus cuidados pastorales en los respectivos países y también en la diáspora” ( Estados Unidos, Canadá, Argentina, Australia, Brasil, Méjico, Francia ).

Tuvo interés especial en subrayar que “la finalidad de esta Asamblea sinodal es sobre todo pastoral; y aunque no podemos ignorar la delicada y, a veces, dramática situación social y política de algunos países, los pastores de las iglesias de Oriente Medio desean concentrarse en los aspectos ligados a su misión”.

Lectura política

Esta advertencia no es meramente retórica ya que hay una tendencia, sobre todo en los medios de comunicación y en los gobiernos de la zona, a dar una lectura política a este Sínodo que, sin duda, la tiene pero que no es primordial. Siempre en su homilía decía Joseph Ratzinger: “A pesar de las dificultades los cristianos de Tierra Santa están llamados a reavivar la salvación. Pero vivir de forma digna en la propia patria es, antes que nada, un derecho humano fundamental; por ello es necesario favorecer las condiciones de paz y de justicia”.

Finalizada la solemne ceremonia el Papa pudo asomarse a la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro que registraba un “llenazo” impresionante (cincuenta mil personas según datos fiables) y sintetizó para sus oyentes las razones que le han llevado a convocar esta Asamblea especial. “En esos países (de Oriente Medio) marcados por profundas divisiones y heridos por conflictos que duran años -dijo- la Iglesia está llamada a ser signo e instrumento de unidad y de reconciliación siguiendo el modelo de la primera comunidad de Jerusalén en la que ‘ la multitud de los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma’ (Hechos 4,32)”.

Más información en el nº 2.725 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea la crónica completa aquí.

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