Ratzinger, “Doctor Affabilis”

(Joaquín L. Ortega– Sacerdote y periodista)

“Mi apuesta por su afabilidad arranca de experiencias personales. La oportunidad de calibrar esa su esencial afabilidad –como su firmeza o modestia– la tendremos en su visita a Compostela y a Barcelona. Lastimosamente, cabe esperar que algunos grupos y medios insistan en empañar su estancia”

Hubo un tiempo en que los teólogos eminentes recibían un apodo definidor de su talante y su doctrina. Así nacieron etiquetas como “Doctor Angelicus” para Tomás de Aquino; “Doctor Melifluus” para Bernardo de Claraval; o “Doctor Seraficus” para el franciscano Buenaventura. Si existiera hoy esa costumbre, pediría para el teólogo Joseph Ratzinger la de “Doctor Affabilis”. Su maestría teológica es evidente. Su prestigio fue creciendo a la sombra del Vaticano II y se ha consolidado con su llegada al Papado, en cuyo ejercicio no ha dejado de ser un teólogo personal y relevante. ¡Indiscutible su calidad de Doctor! Pero yo defiendo, además, la oportunidad de aplicarle el titulo de “afable”. Y no lo hago por su proceder en el viaje al Reino Unido, especialmente espinoso en lo político y en lo confesional. Mi apuesta por su afabilidad arranca de experiencias personales. La oportunidad de calibrar esa su esencial afabilidad –como su firmeza o modestia– la tendremos en su visita a Compostela y a Barcelona. Lastimosamente, cabe esperar que algunos grupos y medios insistan en empañar su estancia. ¿Volverán a ondear los ya viejos insultos de “pastor alemán” o “verdugo de la libertad en la Iglesia”? Son caricaturas falaces y trasnochadas. Ahora, desde que se sienta en la silla de Pedro como Benedicto XVI, desde que actúa en razón de su libertad y de su conciencia, la afabilidad, sin perjuicio de su firmeza, se ha convertido en rasgo eminente de su retrato. Una cosa es haber sido colaborador de un Papa y otra ser el sucesor de Pedro. Obsérvese lo que haga y diga en Santiago y Barcelona. Analícese cómo lo dice y cómo lo hace y ya me dirán si procede o no llamarle “Doctor Affabilis”.

En el nº 2.725 de Vida Nueva.

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