Octubre misionero

(+ Baltazar E. Porras Cardozo– Vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y arzobispo de Mérida, Venezuela)

“Los tiempos cambian. Ahora el Viejo Continente ve mermados sus efectivos pastorales. El laicismo europeo seca las fuentes de la misionaridad y reclama de las Iglesias más jóvenes sangre nueva, entusiasmo y colaboración para que sea verdadera la comunión de los santos”

Una de las jornadas más exitosas de la Iglesia es el DOMUND. Se tiene una cierta conciencia de que hay mucho por hacer de cara a esos mundos lejanos y desconocidos de los cuales no nos llegan sino malas noticias. Pero no basta meterse la mano al bolsillo y aquietar la conciencia con una generosidad que no llega a tener el desprendimiento de la viejita del evangelio, que dio todo lo que podía.

El dinero permite llevar adelante muchas obras. Pero la siembra de una cultura, de una sensibilidad más honda que nos lleve a dar de nuestro tiempo, de nuestras capacidades, de nuestra propia vida, tiene por delante un desafío que no hemos llenado a cabalidad. América Latina ha sido beneficiada por la presencia de misioneros que en todos los tiempos han dado lo mejor de sí. Los de la primera hora sembraron la fe de tal manera que encuentran en la religiosidad popular su mejor herencia. Y en el siglo XX, recibimos con sobreabundancia no sólo religiosos y religiosas, sino sacerdotes diocesanos y laicos que dejaron huella en numerosas obras.

Los tiempos cambian. Ahora el Viejo Continente ve mermados sus efectivos pastorales. El laicismo europeo seca las fuentes de la misionaridad y reclama de las Iglesias más jóvenes sangre nueva, entusiasmo y colaboración para que sea verdadera la comunión de los santos. Comienza a darse un movimiento de allá para acá. Hay que aprender a dar desde la pobreza para que el Señor retribuya con largueza lo que damos con sudor y lágrimas. Es la manera de recoger entre cantos y alegría.

Las experiencias se multiplican. Con discernimiento y con responsabilidad eclesial, no sólo personal o individual, la conversión pastoral postula nuevas formas de hacer presente el llamado del Señor: la mies es mucha y los operarios pocos. A Dios rogando y con el mazo dando. La generosidad tiene siempre una recompensa mayor.

En el nº 2.725 de Vida Nueva.

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