Lluís Martínez Sistach: “Esperamos que el Papa nos dé renovado coraje e ilusión”

Cardenal arzobispo de Barcelona

(Texto: Juan Rubio / Fotos: Luis Medina) Será el 7 de noviembre cuando Benedicto XVI, procedente de Santiago de Compostela, llegue a Barcelona. Un viaje relámpago metido en la agenda pontificia casi de rondón. España en el horizonte de este año. Los pasos del Papa recorrerán simbólicamente el camino que lleva a la catedral de Compostela. En Santiago se levanta una de las catedrales con más significación histórica del mundo, referencia de las raíces cristianas de Europa.

También en este viaje, Benedicto XVI bendecirá uno de los templos más modernos del mundo, la Sagrada Familia, en Barcelona, filigrana de arte y teología de Antoni Gaudí, extraña y bella construcción en los albores de un nuevo milenio. Se ha repetido muchas veces: el siglo XXI será religioso, o no será nada. En Barcelona, uno de los convencidos de la importancia de este templo y de su significación catequética y teológica es su cardenal arzobispo, Lluís Martínez Sistach (Barcelona, 1937). El cardenal, que se emociona hablando de Gaudí, prepara una visita que quiere que sea “sencilla y austera, pero digna”.

¿Cual es la expectativa y qué debe quedar del viaje del Papa a Barcelona?

Esperamos mucho esta visita apostólica, veintiocho años después de la visita de Juan Pablo II. El Papa, con su visita, nos manifiesta su afecto y solicitud apostólica por nuestras Iglesias diocesanas de Cataluña y de toda España. Nos ofrecerá lo que es propio de su servicio apostólico: nos confirmará en la fe, muy necesario en medio de una sociedad occidental que en muchos aspectos vive como si Dios no existiera. Esperamos que nos dé renovado coraje e ilusión para vivir la vida cristiana en el seno de la Iglesia y en la sociedad con fidelidad y generosidad, con acción y oración, con coherencia entre la fe y la vida, y con un espíritu misionero y evangelizador, anunciando con el testimonio y la palabra a Jesucristo a cuantos viven con nosotros.

Es curioso. Juan Pablo II bendijo la Almudena de Madrid después de largos años de construcción. Ahora, cuando empieza un nuevo siglo, Benedicto XVI consagrará otro templo significativo que lleva años construyéndose. ¿Qué singularidades de la Sagrada Familia justifican el viaje del Papa?

Muchas. Todo el templo es único por su monumentalidad, su innovación tecnológica en el momento de proyectarse, su belleza y su riquísima simbología bíblica, litúrgica y catequética. Se inicia su construcción en 1882 y, a pesar de haber transcurrido tres siglos, es una construcción única, original, actual. Unos tres millones de personas de todos los continentes lo visitan por dentro y cuatro por fuera anualmente. Este patrimonio de la humanidad es conocido y valorado por la humanidad y es un referente de Barcelona y de nuestro pueblo que ha hecho capaz de llevar a término un proyecto que podía parecer una locura. Gaudí proyectó el templo como lo que tiene que ser una iglesia: casa de Dios y de la comunidad, para la celebración del culto, especialmente la eucaristía. El sueño de este “arquitecto de Dios” era representar la Jerusalén celestial, la ciudad nueva y santa que, como dice el Apocalipsis, baja del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo, inspirándose también en la visión del profeta Ezequiel relativa al templo de la nueva Jerusalén. Esta concepción teológica coincide con la que tiene el Papa. Además, Gaudí tiene en curso en la Congregación romana su causa de canonización. Este conjunto de razones me movieron a invitar al Santo Padre para que presidiera la dedicación del templo de la Sagrada Familia, y han hecho posible que lo aceptara. En una de las audiencias le conté que Gaudí decía que en la Sagrada Familia todo era providencial. Y cuando le preguntaban quién terminaría el templo, contestaba que sería san José quien lo concluiría. Y el Papa que lo dedicará se llama José Ratzinger

Laicos santos

El Papa está convencido de la “Via pulchritudinis” que muestra el arte y la belleza. La apertura de la Sagrada Familia revaloriza la figura de Gaudí, un hombre con claves religiosas en sus obras. ¿Por qué, en cambio, no avanza su proceso de beatificación? ¿Sería un buen modelo de santidad?

En Gaudí creo que su figura de arquitecto genial nos distrae de fijarnos e interesarnos en el personaje ejemplar que fue como cristiano, como ciudadano y como arquitecto y artista. Actualmente, la causa está ya en la Congregación. Falta completar la positio, pero especialmente que Dios haga por su intercesión un milagro. Espero que pronto podamos reunirnos en lo que será a partir del día 7 de noviembre la Basílica de la Sagrada Familia para poder celebrar solemnemente su beatificación. Necesitamos santos laicos, hombres y mujeres que ejercieron una profesión y que se comprometieron activamente en la Iglesia y en el mundo. Éste es el caso de Gaudí.

Cada viaje del Papa viene acompañado de protestas que tienen eco en los medios. Incluso su presencia activa a algunos sectores para exponer sus críticas y puntos de vista, también sus desacuerdos. Un viaje papal tiene un gran eco mediático mundial. ¿Teme que haya sectores que quieran capitalizarlo o aprovecharlo como altavoz, tal vez como ha sucedido en Gran Bretaña?

Ciertamente, el viaje del Papa tiene una dimensión mediática mundial. Barcelona y Santiago estarán muy presentes en el mundo por este evento. Y ello por la dimensión religiosa que tiene la visita de Benedicto XVI, pero también por la dimensión que tienen cada día más los Papas como defensores del hombre, de la paz y del desarrollo integral de los pueblos. El riesgo de pretender capitalizar o aprovechar la visita puede darse, pero no creo que se dé. Siempre he dicho que es una visita del Papa a todos y que todos estamos invitados a acogerle con afecto y agradecimiento por el afecto que nos tiene a todos.

Los viajes de Benedicto XVI incluyen en agenda habitualmente actos con el mundo de la cultura y con el mundo de la marginación. Aquí no va a  ser menos. El viaje tiene una vertiente litúrgica (la dedicación del templo) y una social (el encuentro con familias en el “Nen Déu”). ¿Cómo espera que el Papa enfoque su discurso en este viaje?

La visita a Barcelona tiene una unidad. Por la mañana dedicará el templo de la Sagrada Familia y por la tarde se reunirá con familias con hijos con síndrome de Down y otras discapacidades en la sede de la Obra del Nen Déu, que son como las piedras vivas de la Iglesia, como somos los cristianos. De estas realidades brotan unos temas, como son la riqueza humana y cristiana del matrimonio y de la familia, como una íntima comunidad de vida y de amor abierta a la fecundidad, ante los retos que tiene esta institución en la realidad cultural, social y política de nuestros días. Otro tema importante es el sentido de la dedicación de una iglesia en medio de una gran ciudad y en un contexto sociorreligioso secularizado, como es el de nuestro occidente europeo. Otro tema es el de la relación entre fe y cultura, la belleza como camino que conduce a la trascendencia y, en definitiva, a Dios.

Hay quien dice que Cataluña ha dejado de ser cristiana, aunque hay también quienes dicen que el cristianismo aquí está “vaporizado” y que impregna, sin calar, las realidades sociales. ¿A que se debe la ya tópica descristianización de Cataluña, según las estadísticas? ¿O es todo menos alarmante y más en consonancia con lo que pasa en el resto de Europa?

Depende de cómo se realizan las estadísticas y las encuestas. Hoy la realidad religiosa es muy común en toda España y los retos para la Iglesia son los mismos que en toda la Unión Europea y muchos lugares del mundo. El principal reto es el de la evangelización, el anuncio de Jesucristo a los hombres y mujeres de hoy que viven en medio de una cultura poco abierta a la trascendencia. En todas partes se está trabajando para responder a estos retos, con la catequesis y formación de los cristianos para que sean auténticos testigos del Señor con su vida y sus palabras, con comunidades cristianas vivas y servidoras, con la acogida de catecúmenos y de cristianos alejados que desean volver a empezar, con el servicio de una generosa ayuda fraterna hacia los más necesitados. En las reuniones del Consejo Pastoral Diocesano y del Consejo Presbiteral se pone en común lo mucho que se está haciendo en los distintos campos pastorales de la archidiócesis.

“Minorías creativas”

Es un gran reto. Barcelona ha puesto en marcha mecanismos para hacer frente a esta descristianización. ¿Cómo tiene estructurada la diócesis la formación de laicos y de sacerdotes? ¿El catolicismo en Cataluña respondería al perfil de “minorías creativas”?

La diócesis ofrece muchos medios e instrumentos para la formación de los laicos, desde el nivel más elevado de la Facultad de Teología y la Facultad de Filosofía, pasando por el Instituto Superior de Ciencias Religiosas, que funciona en dos modalidades, la presencial y la on line, el Centro de Estudios Pastorales, el Instituto Superior de Liturgia y el Instituto Superior de Espiritualidad, hasta lo mucho que ofrecen las parroquias en la catequesis de adultos, conferencias y cursillos temáticos. En Cataluña tenemos unos núcleos muy amplios de piedad popular que se manifiestan de muchas maneras y que se sienten cristianos; tenemos también los más practicantes que viven la liturgia, prestan diversos servicios a la comunidad y se esfuerzan por conseguir la coherencia entre su fe y su vida; y tenemos entre ellos lo que el Papa llama “minorías creativas”, que aportan a la Iglesia su talento, su formación espiritual y pastoral y su competencia en las distintas ramas del saber. Conviene mucho aquí, y en todo el mundo, que los laicos cristianos estén muy presentes en los distintos campos de la sociedad, como la política, la economía, la cultura… para sembrar los valores del evangelio de Jesús.

Se ha visto que en el Reino Unido, pese a su histórico antagonismo con Roma y a su actual situación de “secularismo”, el Papa ha sido bien recibido. Lo mismo pasó en Praga o en París. ¿Cree que en este contexto se puede esperar una gran movilización para recibir a Benedicto XVI?

Pienso que sí. Barcelona se ha distinguido siempre por ser –como decía Cervantes– “archivo de la cortesía” y “hospital de los pobres”. Y Cataluña, y toda España, quieren agradecer este gran gesto de afecto del Santo Padre que es su visita. Los muchos cristianos de nuestro país participarán en las celebraciones y acogerán al Papa por las calles y plazas por las que pase, y los ciudadanos en general también querrán participar con su asistencia en estos acontecimientos de proyección internacional, que serán históricos. La visita es,fundamentalmente, religiosa, pero tiene también una dimensión cívica y social, atendida la figura del Papa y su defensa de la persona, de la paz y del progreso de los pueblos.

Barcelona acaba de acoger, del 3 al 5 de octubre, el Encuentro Internacional por la Paz que organiza Sant’Egidio, por segunda vez después del 2001. ¿Barcelona está en el mapa? ¿Su Iglesia quiere aparecer con un acento propio?

Pedí a Andrea Riccardi, el fundador de esta asociación internacional de laicos, celebrar este encuentro por segunda vez en la Ciudad Condal por diversas razones. Sant’Egidio está presente y trabaja muy bien en la Archidiócesis; es importante mantener el “espíritu de Asís” y poder celebrar este encuentro en sus bodas de plata; en Barcelona y en Cataluña hay muchísimos inmigrantes de distintas étnias y religiones y consideré importante que puedan tener relación con sus líderes religiosos reunidos en ese Encuentro. Me movió también la fuerza mediática que tienen estos Encuentros, ya que los medios de comunicación ofrecen la imagen de muchísimos representantes de las grandes religiones del mundo reunidos unos días para dialogar y para rezar por la paz en el mundo. Esta imagen es conveniente porque se pensaba que las distintas religiones propiciaban conflictos y guerras.

Se van a cumplir 25 años del famoso documento “Arrels cristianes de Catalunya”, en el que las diócesis catalanas ofrecieron su voz propia. Ha pasado el tiempo y los obispos han vuelto a reflexionar sobre el tema. ¿En qué se ha superado lo dicho en ese documento? ¿Qué habría que actualizar?

No creo que se haya superado en lo substantivo. Quizás en algunas apreciaciones sobre realidades sociales, religiosas y económicas de nuestro país que han cambiado desde el año 1985, como es el caso de la inmigración, de la crisis económica, del pluralismo religioso de nuestra sociedad, etc. Los obispos de las diócesis que tienen su sede en Cataluña nos hemos referido en ocasiones a ese documento episcopal dada su actualidad, y el Concilio Provincial Tarraconense de 1995 lo ratificó y forma parte de sus resoluciones.

En los últimos años se vive cierta tensión en las visiones de Iglesia, en la manera de hacer las cosas por parte de los obispos, incluso se ha escenificado cierta división en temas puntuales. Unidos en lo fundamental, pero con apreciaciones distintas en las formas. La Iglesia en Cataluña escenifica menos las divisiones o diferencias de criterio que en el resto del país. ¿A que se debe esa muestra de coordinación?

Nuestra manera de ser es, en general, dialogante y pactista. Preferimos entendernos que romper y enfrentarnos. Buscamos soluciones y colaboraciones. Hay que decir, también, que el trabajo conjunto cuesta y no siempre se consigue ni en nuestra Iglesia ni en nuestra sociedad.

Los obispos de las diócesis catalanas han tenido tradicionalmente un peso específico en algunos ámbitos de la Conferencia Episcopal Española hasta el punto de presidir comisiones importantes y participar activamente en la elaboración de algunos documentos. ¿Se aprecia hoy una mayor o menor participación y colaboración, o hay un alejamiento? ¿Se vive en la Plenaria ese sentimiento anticatalanista que en los últimos años ha recorrido una parte de España?

Pienso que han tenido y tienen actualmente un peso específico, pues estamos en el Comité Ejecutivo y en dos presidencias de Comisión Episcopal, en la vicepresidencia de otra y en la Comisión de Economía. Nuestras intervenciones en la Plenaria son escuchadas con interés e inciden positivamente en el trabajo de la Conferencia. Nuestras relaciones con los restantes miembros son fraternales y cordiales, propias de pastores diocesanos que tenemos problemas pastorales comunes. Creo que va creciendo el interés y la comprensión por la realidad propia y específica de Cataluña, su historia, su cultura y su vida.

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UN HOMBRE DISCRETO Y EFICAZ


Hay quien dice que Benedicto XVI viene a agradecer y a jubilar. El cardenal de Madrid, que cumplirá los 75 años el mismo día que el Papa llegue a España para la Jornada Mundial de la Juventud. Le ayudará a apagar las velas de cumpleaños. También el otro cardenal en activo, Martínez Sistach, cumplirá la edad reglamentaria de jubilación unos pocos meses después, en febrero de 2012. No obstante, aún le queda tiempo a este barcelonés, que no tiene fácil las cosas en Cataluña, pero que ha sabido “nadar y guardar la ropa” en momentos agitados. En su perfil biográfico hay destellos de ser un hombre de consenso, una mezcla de Jubany y Carles, con un recorrido académico y curial ascendente. Conoce bien Cataluña tras su paso por Tortosa y Tarragona. El cardenal Sistach es hombre de dos generaciones que busca siempre el lado bueno del consenso, pese a que es difícil esa postura y le suele jugar malas pasadas. Tiene enfrentada a la derecha mediática y eclesial, sabe dar “largas cambiadas” a los políticos catalanes y su formación académica en el campo del Derecho le sirve como instrumento pastoral importante. En el resto de España tiene buen cartel. Es un hombre de la Conferencia Episcopal, ha trabajado y trabaja en ella con interés de consenso, aunque su perfil catalán ha hecho que no se opte por su elección como presidente de la CEE. Es hombre consultado frecuentemente y, hoy por hoy, ha pasado de ser “elegible” a ser “elector”, y habrá que tener muy en cuenta su criterio para las elecciones episcopales que se preparan. Pero antes habrá que ver qué gestos, qué palabras y qué mensaje interno lanza Benedicto XVI en su viaje a Galicia y Cataluña, dos etapas de un viaje, con dos cardenales en su escenario y con dos visiones de Iglesia en el fondo. Después llegarán las jubilaciones, el giro en muchas cosas. Ya en Santiago de Compostela, Juan Pablo II, con el cardenal Suquía y el cardenal Martínez Somalo, diseñaron la estrategia de estos últimos treinta años. Ahora serán otros los que con Benedicto XVI y Bertone diseñen un nuevo capítulo que aún está por ver. Martínez Sistach no es un convidado de piedra.

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

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