La religión, un hecho relevante en un marco plural y secularizado

(Vida Nueva) ¿Qué lugar ocupa actualmente la religión en una sociedad plural y secularizada como la nuestra? El ‘Pliego’ que publica esta semana Vida Nueva (nº 2.724) –que recoge la intervención del Arzobispo Castrense de España, Juan del Río Martín, en el Colegio de Graduados Sociales de Sevilla el pasado mes de septiembre– trata de poner de manifiesto que, en el marco de un Estado que se declara no confesional, el hecho religioso, lejos de estar en declive, representa un dato sociológico ciertamente relevante.

Así plantea la cuestión el prelado: “Es evidente que vivimos en una sociedad nueva, caracterizada por la complejidad y los rápidos cambios que experimentamos desde la modernidad a la posmodernidad (…). Todo ello ha cambiado los términos de las discusiones sobre Religión-Laicidad, que se plantean hoy de muy diversa manera a otras épocas”.

Uso político y hecho privado

“El resultado histórico de este proceso fundamental es doble: por una parte, el uso político de la religión, tanto en sentido autoritario (religión del Estado), como en sentido liberal (la religión como factor de utilidad pública). Por otro lado, tenemos la reducción de la religión a hecho privado, sin relevancia ni licitud pública, negándose la dimensión social de la religión y la dimensión religiosa de la vida social.

Ésta es la postura del laicismo exacerbado o excluyente. Otra cosa es la laicidad abierta y democrática, que reconoce la utilidad de la religión para el desarrollo social y admite que todas las religiones pueden participar en la construcción del espacio público, haciendo del pluralismo religioso el eje de justificación de la libertad religiosa.

¿Dónde está el origen del problema? Pues, sencillamente, en que la modernidad no ha sabido, o no ha logrado, pensar en la relevancia pública de la religión, manteniendo su plena identidad”.

Resurgir de lo religioso

Una vez explicado el panorama actual con respecto a la religión, Juan del Río trata de demostrar que “el hecho religioso no solamente no ha desaparecido, sino que ha irrumpido de nuevo en medio de la plaza pública” y aboga por “construir una sana y legítima laicidad”.

Por último, aborda el tema de la libertad religiosa: “Los grandes pronunciamientos teóricos aluden con frecuencia al respeto a la libertad religiosa, pero los hechos demuestran que en muchos casos se niega ésta por motivos religiosos o ideológicos”.

Ante esto, el Arzobispo Castrense defiende que “la religión sigue siendo indispensable en la organización de una sociedad sana y genuinamente democrática. Y todo esfuerzo que se haga para que la religión pueda ofrecer su serena contribución al bien común y a la armónica convivencia de todos, nunca podrá se calificado de baldío o inútil”.

Más información en el nº 2.724 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el ‘Pliego’ íntegro aquí.

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