El “espíritu de Asís” sopla en Barcelona

Albergó, por segunda vez, el encuentro interreligioso de Sant’Egidio

(Jordi Llisterri– Barcelona) Si bien la perseverancia no es ninguna virtud teologal ni cardinal, la Comunidad de Sant’Egidio se empeña, como si lo fuera, en promover el diálogo entre religiones, así como entre hombres y mujeres de buena voluntad. Hace 25 años que insisten en la fortaleza del entendimiento con el Encuentro Internacional de Oración por la Paz. Siguiendo la ruta marcada por Juan Pablo II en el encuentro interreligioso de Asís de 1986, que inspiró el “espíritu de Asís”, la edición de este año se ha celebrado en Barcelona del 3 al 5 de octubre. Los 2.000 participantes y los más de 400 líderes religiosos presentes en él han consolidado la propuesta de Sant’Egidio como un referente en el diálogo entre las religiones. La edición de 2011 tendrá lugar en Munich, en la Baviera natal de Benedicto XVI.

Barcelona repetía sede tras el encuentro de 2001. Había quedado un recuerdo amargo pues, a los pocos días del encuentro se produjeron los atentados del 11-S. Al cerrar esta década marcada por la guerra al terrorismo, los participantes en el encuentro han pedido que el próximo sea un decenio de paz y –como recoge la proclama final– en remarcar que “quien utiliza el nombre de Dios para odiar y humillar al otro abandona la religión pura”.

“Barcelona se ha convertido en un corazón pulsante de diálogo”. Así resumía Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad, el trabajo realizado. En la clausura ofreció “la fuerza débil de la fe” para “reconducir nuestro siglo hacia un tiempo de paz” y aseguró que, para ese propósito, “las religiones pueden dar consistencia a la conciencia de un mundo como casa común”.

Oraciones en la ciudad

La vistosa ceremonia de clausura ante la catedral de Barcelona siguió el guión impuesto como la liturgia final de estos encuentros. Los participantes se reunieron por confesiones para orar en distintos puntos de la ciudad y, después, salieron para confluir en una procesión conjunta hacia el escenario en el que se lee el compromiso final. Tras los parlamentos, uno tras otro firmó el documento y encendió una vela como gesto de compromiso en la construcción de la paz. El acto concluyó con el siempre efectivo Aleluya de Haendel, mientras los líderes religiosos se despedían con un abrazo de paz.

En esta edición se organizaron 24 mesas de diálogo. Una de las principales preocupaciones ha sido impulsar el diálogo entre israelitas y palestinos. El gesto fue sentar en una misma mesa a Yuli Yoel Edelstein, ministro para la Diplomacia Pública del Gobierno de Netanyahu, con Mahmud al-Habash, ministro de Asuntos Religiosos de la Autoridad Nacional Palestina. Pese a no haber acuerdos tangibles, resultó de gran significancia que ambos reconocieran que había sido un “diálogo sincero”. Otro foco de atención destacado fue África. Representantes de Guinea Conakry, Costa de Marfil, Malawi, Sudáfrica y Burkina Faso presentaron la imagen de un continente emergente, en el que se mantiene la miseria, pero donde se impone la democracia y el crecimiento económico.

Sant’Egidio contó, una vez más, con el renovado apoyo de Benedicto XVI, quien el jueves anterior al encuentro recibió en audiencia privada a los responsables de la Comunidad. El Papa dirigió un mensaje a los participantes en el que recordaba que “las religiones están llamadas a realizar su especial vocación de servicio a la paz y a la convivencia”. Asimismo, defendió la oración como vía efectiva para “encontrar nuevas fuerzas espirituales para no dejamos vencer por las dificultades ni las insidias del mal, y para no desfallecer en la necesaria vía del diálogo, que aleje definitivamente incomprensiones y suspicacias, y nos permita seguir construyendo como hermanos y miembros de la misma familia humana el camino de la convivencia armónica”.

Precisamente, en esta edición también estuvo muy presente la visita del Papa a Barcelona. El lema del encuentro, Convivir en un tiempo de crisis. Familia de los pueblos, familia de Dios, sirvió al arzobispo cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, para enlazar el encuentro con el templo de la Sagrada Familia. “El espíritu que inspiraba y motivaba el talento creativo de Gaudí era el espíritu franciscano”, y, con ello, “la Sagrada Familia es también expresión del espíritu de Asís”. El Papa, dijo Sistach, “se convertirá de nuevo entre nosotros en un peregrino de la paz y de la fraternidad entre todos los pueblos”.

Finalmente, el encuentro contó con un destacado apoyo institucional que se visualizó en la presencia de las máximas autoridades catalanas en el acto de apertura en el Palau de la Música. En él, el presidente de la Generalitat, José Montilla, reconoció el Corán, la Torá y el Evangelio como “escritura de paz universal” y reconoció que “en el hecho religioso encontramos las raíces de nuestras culturas y en él podemos buscar hoy también el camino para fortalecer la convivencia”.

La representación política internacional más destacada de esta 25ª edición fueron los presidentes de Chipre, Montenegro y Guinea, y el vicepresidente de la Comisión Europea. El representante principal por parte de la Santa Sede fue el presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, Peter Turkson, junto con otros cardenales, como el de Bahía, el brasileño Geraldo Agnelo, o el apreciado Roger Etchegaray.

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GESTO CON EL PATRIARCADO DE MOSCÚ


La Comunidad de Sant’Egidio siempre ha estado atenta a las preocupaciones de la Santa Sede. De ahí que éste sirviera para cultivar las relaciones con el Patriarcado de Moscú, una de las asignaturas pendientes del diálogo católico-ortodoxo. El gesto más significativo fue compartir la celebración eucarística de apertura del domingo con el metropolita Filaret, exarca de Bielorrusia. En una celebración católica, presidida por Martínez Sistach en la basílica de Santa María del Mar, ambos compartieron el espacio dedicado a la homilía. Sentados a cada lado del altar, cada uno pronunció unas palabras, y, al terminar, se abrazaron y recibieron el abrazo de los 3.000 asistentes. También tuvieron un lugar destacado en el presbiterio veinte representantes de otras Iglesias y comunidades cristianas. Todos juntos compartieron la bendición final y la procesión de salida.

En el marco del encuentro, la Facultad de Teología de Cataluña invistió Doctor Honoris Causa al metropolita Hilarion de Volokolamsk, reconocido ecumenista que preside las relaciones exteriores del Patriarcado de Moscú. En el acto académico, Hilarion aseguró que “el siglo XXI verá la curación de las divisiones entre cristianos”.

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

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