Ecuador revive por unas horas viejos fantasmas golpistas

El Episcopado llama al diálogo tras el secuestro de Correa a manos de la policía

Rafael Correa en el Palacio de Gobierno tras ser liberado del hospital

(J. L. Celada) La Conferencia Episcopal Ecuatoriana difundió el 30 de septiembre un comunicado pidiendo a sus compatriotas “que conserven la serenidad y asuman la paz social, no la confrontación, como actitud fundamental”. Única solución a la crisis desatada por “brotes anárquicos” que sembraron “grave inquietud” en todo el país. Los obispos reaccionaban así con urgencia a los violentos episodios vividos poco antes, cuando una protesta policial en el aeropuerto de Quito acabó con el presidente, Rafael Correa, herido y retenido durante horas en un hospital de la policía, y Ecuador bajo estado de excepción.

Ante tal circunstancia, la jerarquía católica denunciaba que “las violencias causan trastornos sumamente dañinos y duraderos, causantes de perjuicios, a veces irreversibles, a la respetabilidad de las instituciones democráticas, a la vida y posesiones de los ciudadanos, a la solidez del sistema social”. Al mismo tiempo, lamentaba que “los reclamos de varios sectores de la sociedad ecuatoriana en los últimos meses” hubieran desembocado en “la rebeldía de la fuerza pública”, un episodio en que se procedió por “vías de hecho” y lesionando “la dignidad de la Asamblea Nacional y del Señor Presidente de la República”.

Liberado por fuerzas militares, tras un enfrentamiento con los policías amotinados en el centro sanitario, el propio mandatario calificó los hechos de “conspiración” y de “intento de golpe de Estado”, relacionando al entorno del ex presidente Lucio Gutiérrez con lo sucedido y prometiendo una “profunda depuración” de la policía. Los prelados, por su parte, solicitaron a los sectores “perjudicados, especialmente a los hermanos policías y militares, que se reintegren a la honrosa función que les corresponde como guardianes del Estado de Derecho, único marco posible de la vida democrática”. “Sus quejas y reivindicaciones –subrayan en la nota– tienen cauce legal que jamás pueden abandonar”.

Más adelante, el Episcopado insta al Gobierno y a la Asamblea Nacional a que, “lejos de imponer sus decisiones en forma unilateral, se abran a un auténtico proceso de diálogo, que lleve a una convivencia constructiva y concertada; que confirmen su legitimidad cada día por su respeto a los demás y evitando la tentación de utilizar el poder que se les confirió fuera de los cauces del Estado de Derecho”. “Sólo un diálogo asiduo, audaz y constructivo –prosigue el texto episcopal–, podrá llevarnos a un mejor Ecuador. Es importante en este momento que la libertad de expresión ciudadana a través de los medios de comunicación quede por entero garantizada”.

El Llamado a la serenidad y al diálogo positivo de los pastores concluye rogando a Dios “que vuelva de inmediato la paz social” y que cada uno contribuya “con la parte que nos corresponda”. Falta le va a hacer al país, más aún cuando se ha filtrado ahora que los policías sublevados tenían la intención de asesinar a Correa.

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MÁS LEÑA AL FUEGO


Así radiografía lo sucedido y la situación actual de Ecuador un colaborador de VN que prefiere preservar su anonimato:

“El presidente, por mostrarse valiente, asumió un riesgo innecesario, sin un mínimo control, perdiendo la ‘dignidad del poder’ que tanto reclama. En vez de apaciguar, echó leña al fuego.

El Gobierno ha hecho de la corrupción de los partidos (la partidocracia) su caballo de batalla, logrando el 60% de los asambleístas. Un voto mayoritario al que invoca constantemente para imponerse sin dialogar. Y los pobres reciben tantos beneficios que siguen fieles al presidente, a quien votarían de nuevo.

Este Gobierno supera en magnitud de obras a todos los anteriores. ¿Cómo? Con un petróleo que alcanza un valor seis veces mayor, que se ha vendido a China para los próximos años por unos 2.000 millones de dólares que ya se están gastando. Como el fondo de reserva de la Seguridad Social.

La policía, por su parte, mirando sólo sus derechos económicos, abandonó a los ciudadanos sin protección. En connivencia inicial con algunos militares, actuó irreflexivamente. Era evidente el mal que hacía al país y, además, sin posibilidad alguna de éxito. Tal vez fue engañada por el coronel Lucio Gutiérrez, ex presidente de la República y él mismo víctima de un golpe de Estado”.

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

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