Brasil deberá esperar para saber quién sucederá como presidente a Lula da Silva

Dilma y Serra se disputarán el cargo en segunda vuelta el 31 de octubre

(Graziela Cruz– Brasil) Las elecciones presidenciales celebradas el pasado 3 de octubre en Brasil dejaron como inesperada gran protagonista de la jornada a la candidata del Partido Verde y ex ministra de Medio Ambiente del Gobierno de Lula da Silva, Marina Silva. Cuando todos los pronósticos sugerían que la carrera presidencial sería un tête à tête en las urnas entre la candidata oficial, la ex ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff, y el ex gobernador de São Paulo, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con la previsible victoria de ella ya en la primera vuelta, surgió un tercer elemento que desestabilizó todo el proceso y lo condujo a una segunda vuelta: el rápido crecimiento de la candidatura de Marina Silva. El resultado final del escrutinio así lo atestigua: un 46,9% de los votos para Rousseff, un 32,61% para Serra y un 19,33% para Silva.

En septiembre pasado, las encuestas apuntaban que Dilma, la candidata lanzada por el presidente Lula, sería elegida el 3 de octubre en la primera vuelta. Sin embargo, una denuncia en la que se vio envuelta la entonces ministra de la Casa Civil ahora dimitida, Erenice Guerra (“brazo derecho” y sucesora de Rousseff en ese ministerio), provocó una caída creciente de la candidata oficial en las preferencia de los electores. Muchos de ellos se decantaron por Marina Silva, quien también se hizo con los votos de los últimos indecisos.

Así las cosas, Silva, que arrancó la disputa electoral con un 6% de intención de voto, llegó al día 3 con casi el 20% de los votos totales, lo que representa más de 19,5 millones de apoyos. Con esta cifra, además de arrebatarle votos a Rousseff, la candidata del Partido Verde introdujo una nueva perspectiva en el discurso de la fase final de la campaña: para hacerse con los votos de la llamada “ola verde”, tanto Rousseff como Serra deberán esforzarse necesariamente en defender la sostenibilidad, bandera de Silva, si quieren recibir el apoyo de la senadora y sus casi 20 millones de votos.

Según datos de una encuesta del Instituto de Investigación Datafolha, celebrada la semana antes de las elecciones del 3 de octubre, el 51% de los votantes de Marina apoyarían en la segunda vuelta la candidatura de Serra. Rousseff, por su parte, contaría con el respaldo del 31%. Otro 15% afirma que votaría en blanco o anularía el voto. Y el 3% reconoció no haber decidido todavía qué hacer. Sondeos al margen, ahora sólo cabe esperar al 31 de octubre para saber quién regirá los destinos de Brasil durante los próximos cuatro años.

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LOS TRES EN DISCORDIA

  • Dilma Roussef fue miembro de organizaciones clandestinas de izquierda que lucharon contra la dictadura militar durante los años 1960 y 1970, en los que fue detenida y torturada. Con la amnistía, asumió cargos públicos en Río Grande do Sul y se unió al Partido Democrático Laborista (en brasileño, PDT). En 2001, se unió al Partido de los Trabajadores (PT). Fue ministra de Minas y Energía y de la Casa Civil del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
  • José Serra comenzó su vida política como presidente de la Unión Nacional de Estudiantes y en la Acción Popular, organización de izquierda vinculada a la Iglesia católica. Con el golpe militar de 1964, tuvo que huir del país hacia Bolivia, Francia y Chile, donde permaneció hasta 1973. Desde allí, se embarcó para los Estados Unidos, donde obtuvo un doctorado en Económicas por la Universidad de Cornell (Nueva York). De regreso a Brasil, fue congresista, senador, ministro de Planificación y de Salud del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso, alcalde de la ciudad de São Paulo y gobernador de São Paulo.
  • Marina Silva ha estado afiliada al Partido de los Trabajadores (PT) durante más de 30 años, antes de abandonar esta formación y unirse al Partido Verde en 2008. Nacida en el Estado de Acre, en una de las regiones más pobres de Brasil, en el corazón de la selva amazónica, aprendió a leer y escribir a los 16 años, con el apoyo del hoy arzobispo de Porto Velho, Moacyr Grechi. Comenzó a trabajar como empleada doméstica y luego se pasó a la acción política, junto al sindicalista y ecologista Chico Mendes, asesinado en 1988. Fue concejal, diputada federal, senadora y ministra de Medio Ambiente en los dos gobiernos de Lula, cargo al que renunció en mayo de 2008 por su desacuerdo con el Ejecutivo en este campo.

gaparecida@vidanueva.es

En el nº 2.724 de Vida Nueva.

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