La ‘Casa de los Niños’: una infancia digna para los ‘príncipes’ de Ucrania

Monjas dominicas atienden un centro educativo y cultural en Kiev

(Victoria Lara) Estadísticas recientes hablan de que en Ucrania existen casi 12.000 niños que no tienen un hogar donde vivir. Orfanatos e internados proliferan por el país y son el único hogar que estos menores conocen. “Hay tantos en estas condiciones que es increíble, hay que verlo, pues con el aspecto tan principesco de los niños, que son tan guapos, nadie lo cree”. Son las palabras de sor Antonia Estrada Vázquez, una misionera dominica española que trabaja desde 1997 para conseguir una vida más digna para estos “príncipes”.

Desde que aterrizaron en la capital, Kiev, la religiosas de la Congregación de Santo Domingo, a través de la Misión “María Madre de Dios”, atienden a niños que, aunque no son huérfanos, pertenecen a familias con pocos recursos o desestructuradas por culpa del alcohol y las drogas . Cumpliendo el carisma propio de la Congregación –la educación integral en la fe–, lo que empezó con unas clases de español y una merienda, fue tomando forma hasta que en 2001 abrió sus puertas el centro Dim Ditey, que en ucraniano significa “Casa de los Niños”.

En Dim Ditey –adonde acuden después del horario escolar– los pequeños meriendan y aprenden jugando. Gracias al boca a boca, hoy tienen a unos 200 niños con edades comprendidas entre los 2 y los 16 años, en régimen externo y gratuito. Los menores reciben una formación en base al Evangelio y asisten a clases de idiomas (español, francés, inglés o italiano), informática, pintura y dibujo, manualidades e incluso defensa personal. A ellas se unen otras actividades más “lúdicas”.

A la falta de recursos económicos, muchos de estos niños tienen que sumarles diversos problemas de salud –en algunos casos, graves–, como consecuencia del desastre nuclear de Chernóbil en 1986, ciudad situada a unos 120 kilómetros de Kiev. Por ello, desde Dim Ditey las religiosas procuran facilitar a los niños un lugar donde pasar las vacaciones en un entorno saludable. Algunos se trasladan a los Cárpatos ucranianos o a la Transcarpacia, y otros muchos vienen a España.

Quien sostiene el centro de Kiev es fundamentalmente la ONG Dim Ditey, con sede en Alicante, creada por una joven española, madre adoptiva de un niño ucraniano, y el padrino de éste. También gracias a la ONG Dim Ditey, se empezó a ayudar a un internado situado en la localidad de Zhmerinka, al oeste del país. Hoy se ha conseguido reformar los baños, se han sustituido las viejas camas por unas nuevas de madera de pino, se ha puesto un contador de la luz nuevo y se ha instalado calefacción en las clases, los dormitorios y la enfermería.

————

Sacha, una vida por la que luchar

Sacha

Además de la labor que realiza con los niños en el centro Dim Ditey, sor Antonia Estrada colabora con varias ONG españolas cuya labor consiste principalmente en traer niños ucranianos a España  para que disfruten durante dos meses y medio de unas vacaciones en un ambiente sano. Una de ellas es la organización “Ven con nosotros” (www.venconnosotros.es), con sede en Valladolid. La religiosa dominica es la persona que les avala ante el Gobierno de Ucrania en todos los trámites de traslado de los niños a España.

Mª Jesús Cid es la presidenta de la ONG desde 2006 y habla de los beneficios que tiene la estancia en España para la salud de estos niños: “Nos limitamos a alimentarles bien, a que les dé el sol y a que sean felices, que eso hace su labor. Pero hay otros que sí tienen problemas un poco difíciles de llevar”. Es el caso de Sacha Khmelova, de 15 años, a la que se le ha diagnosticado recientemente leucemia. Sus “padres” españoles, Francisco Vega y su mujer Maru hicieron una primera aportación económica con la que ha sido posible terminar la primera tanda de quimioterapia, pero el tratamiento se prevé que sea largo, por lo que se ha iniciado una campaña para recaudar fondos que ya está dando los primeros resultados.

————

Campaña “Ayuda para Sacha”: Banco Santander: nº 0049 5150 13 2993025088

Más información en el nº 2.723 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea el reportaje íntegro aquí.

Compartir