Buitres de asfalto

Carancho

(J. L. Celada) De la pared de un desvencijado hospital bonaerense cuelga el cartel de una campaña de seguridad vial con este mensaje: “Con reglas claras, todos vivimos más y la ciudad no se traba”. Inequívoca advertencia, a la que, sin embargo, no parecen prestar demasiada atención los argentinos, cuya primera causa de muerte entre los menores de 35 años son los accidentes de tráfico. Aunque quienes desoyen realmente tal consejo son los personajes que dan título a Carancho, buitres de asfalto sin escrúpulos que salen cada noche en busca de carne fresca con la que saciar su avaricia.

No es casual, pues, que el último trabajo de Pablo Trapero deba su nombre a un ave carroñera. Su afortunado símil es ya el primer acierto de un thriller que hurga sin pudor en un negocio que delata la degradación moral de toda una sociedad, y cuyo protagonista (el gran Ricardo Darín) describe con preocupante sencillez: “Siempre alguien tiene la culpa, por eso paga el seguro”. Este abogado en horas bajas nos está hablando de su forma de ganarse la vida, pero también de un mercado que mueve cada año en aquel país millones de pesos en gastos médicos y legales e indemnizaciones a las víctimas de siniestros.

La apuesta formal del realizador –a ratos con la cámara en mano, acotando el plano hasta encerrar los agitados rostros de médicos, abogados o policías, en un sombrío y desasosegante escenario de sirenas y semáforos– es la mejor tarjeta de presentación de su filme: en este sórdido universo de corruptos y desalmados, donde la amistad y la protección también se compran con dinero, no hay tregua… ni escapatoria. Si no, que se lo pregunten a nuestro buscavidas (otros lo llaman correambulancias) y a la mujer que un día, a pie de camilla, se ve llamada a convertirse en su oportuno golpe de suerte (Martina Gusman).

Es entonces cuando el género de intriga abre una ventana a la historia de amor que surge entre ambos, pero sin que ello suponga renunciar a una narración contenida de los hechos y al hiriente realismo de la propuesta. Porque su relación tiene más de tragedia sentimental que de pasión romántica. Algo lógico, por otra parte, si quien ahora anda enamorado hasta hace poco apenas esperaba de la vida otra cosa que un choque múltiple.

Tales situaciones, con la desgracia como moneda de cambio, y unos individuos abocados al mismo destino, hacen de Carancho un contundente ejercicio cinematográfico con reminiscencias clásicas y una necesaria carga de denuncia social. Que el espectador disfrute plenamente de esta dura e incómoda película dependerá en gran medida de su capacidad para sobreponerse a tanto abuso, desmán, sangre y violencia, y descubrir que el buen cine no sólo atrapa (ahí está, sin ir más lejos, la trepidante secuencia final, digna de las cintas de acción más recordadas), entretiene o conmueve, sino que, a veces, escuece.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL:
Carancho

DIRECCIÓN: Pablo Trapero

GUIÓN:
Alejandro Fadel, Martín Mauregui, Santiago Mitre y Pablo Trapero

FOTOGRAFÍA: Julián Apezteguía

MÚSICA: Lim Giong

PRODUCCIÓN:
Pablo Trapero

INTÉRPRETES:
Ricardo Darín, Martina Gusman, Carlos Weber, José Luis Arias, Fabio Ronzano

En el nº 2.723 de Vida Nueva.

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