Seis siglos de hogar para los niños desamparados

El Colegio Imperial de Niños Huérfanos de Valencia cumple 600 años

(Maria Nieves León) El Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer cumple 600 años. Están, pues, de gran aniversario. Nos remontamos al Siglo de Oro valenciano. Una época de esplendor de la lengua en la que, por otra parte, era muy frecuente encontrar errantes huérfanos moriscos abandonados a la caridad de los cristianos. Vicente Ferrer, el santo dominico nacido en Valencia en 1350 y muy sensibilizado con los niños de la calle, alquiló una casa para ellos; primero contaba con el apoyo de los Beguines y posteriormente buscó familias que se ocupasen de ellos, les enseñasen las letras y las oraciones y pudieran orientarles hacia algún oficio. Con ello estaba creando las bases del Colegio Imperial.

Tradicionalmente, los niños (xiquets de Sant Vicent) recitaban en la festividad Els Miracles del Sant. Hoy, el mayor milagro es que esta Fundación haya durado 600 años; a ello ha contribuido, sin duda, la tutela de las grandes instituciones eclesiásticas y civiles locales. La sociedad valenciana “los hizo suyos”, favoreciendo la integración social y laboral, tan necesaria. En 1593, Felipe II les reconoce personalidad jurídica y en 1624 reciben la Casa del Emperador como vivienda. En 1848, las Hijas de la Caridad asumen la organización del Colegio. Hoy están en una espléndida parcela a unos 15 kilómetros de Valencia, en San Antonio de Benagéber.

La titulación de ‘huérfanos’ actualmente no es tan restrictiva como antes, ya que la sociedad de hoy plantea nuevos retos. Sabemos que ser padre no consiste solamente en traer hijos al mundo. Es, además, acompañarles, perder la vida y desgastarse por ellos. Éstos son los retos que el Colegio asume hoy y que actualizan sus orígenes. Otro de los puntos en que se hace hincapié es que todos los pequeños deben reunirse con su familia una vez a la semana, “tocar su sangre”, ya sea con la madre, el padre o los abuelos. Aquí se ha dado siempre mucha importancia a la educación cristiana, también porque en el origen los rapazuelos que se acogían habían aprendido la “sabiduría de la calle”, y con la enseñanza cristiana se pretendía reformar sus hábitos morales.

Desde el reinado de Felipe II, el director del Colegio debe ser un sacerdote, conocido como clavario director. El pasado 16 de septiembre se anunciaba la designación del nuevo clavario, en la persona de José Ignacio Llópez Guasp. Sustituye en el cargo a Enrique Orquín, después de cinco años. El Colegio tiene internado para 90 ó 100 niños, con nueve tutores, “papás, mamás o familias”, que puedan recrear con la mayor fidelidad un ambiente que les ayude a desarrollarse en plenitud. En lo académico, el colegio es concertado y lo comparten con otros niños de la zona. Hay un porcentaje importante de inmigrantes; actualmente están representados diez países. La integración entre internos y externos, unos 240 en total.

Las celebraciones principales de los 600 años de la fundación del Colegio comienzan en octubre, un mes que estará jalonado de acontecimientos. Destaca una exposición pictórica con los fondos de la institución y otra bibliográfica. Este Colegio, pionero en su labor, está vinculado desde hace 500 años a la Casa Real española.

Más información en el nº 2.722 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea el reportaje íntegro aquí.

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