El conflicto de la Franja podría alcanzar su solución definitiva

Una sentencia civil favorable a Barbastro se une a los anteriores decretos vaticanos

(Miguel Ángel Malavia) Tras de más de una década de conflicto entre las diócesis de Lleida y Barbastro-Monzón por la posesión de los llamados Bienes de la Franja112 piezas de arte sacro originarias de un conjunto de 111 parroquias que hasta 1995 pertenecían a la sede ilerdense y que, desde entonces, en virtud a un decreto papal, pasaron a formar parte de la oscense–, la situación podría afrontar su solución definitiva.

Así, después de que un Juzgado leridano haya desestimado una demanda civil, presentada por la Asociación Amigos del Museo de Lleida, que pretendía demostrar que las obras debían permanecer en Cataluña, se han producido significativas reacciones políticas. Por un lado, el presidente aragonés, Marcelino Iglesias, se ha felicitado de la resolución, mientras que, por el otro, el consejero de Cultura de la Generalitat, Joan Manuel Tresserras, aun manteniendo la legitimidad de su posición, se desvinculó de las acciones acometidas por la Asociación Amigos del Museo de Lleida y se inclinó por la negociación.

Por otra parte, el conflicto eclesial se zanjó, en principio, el 30 de junio de 2008, cuando se firmó un acuerdo entre el entonces administrador apostólico de Lleida, Javier Salinas, y el obispo de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián, –ratificado por el entonces nuncio, Manuel Monteiro–, según el cual  las obras serían entregadas a la diócesis aragonesa “en un plazo de 30 días”. Pese a todo, éstas continúan en el Museo de Lleida, que es “diocesano y comarcal”.
El museo ilerdense está regido por un consorcio conformado, además de por la Diócesis, por distintas instituciones civiles. Son estas instituciones las que, al haber catalogado el conjunto artístico como parte del patrimonio cultural catalán, impiden su salida, hasta el punto de supeditar ese criterio al de los órganos eclesiales.

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“PIEDRA DE TROPIEZO PARA LA FE DE MUCHOS”, por José Lorenzo

No se entiende muy bien cómo algunos sufren por el hecho de que, acatando las sentencias, se pueda disgregar la colección de los Bienes de la Franja, y no reparen en el daño que para el “afecto colegial” y la labor pastoral de las comunidades cristianas de Lleida y de Basbastro-Monzón está suponiendo este delicado tema.

“Es un asunto doloroso para todos, difícil de entender (y de explicar)”, reconoce el obispo de Lleida, Joan Piris, en el informe que envió a todos los miembros de la Conferencia Episcopal el 2 de junio de 2010. Ahí les confesó también la idea –“que todavía no he desechado”– de presentar su renuncia, cansado por un asunto que le habían dicho que estaba en vías de solución y que se ha convertido “en una pesada carga para ambas Diócesis, piedra de tropiezo para la fe de muchos”.

En Barbastro, su obispo, Alfonso Milián, siempre ha mostrado consideración para con el obispo de la diócesis catalana y el papel que le ha tocado jugar, pero no le ha gustado la carta enviada por Piris. Por esa razón, al cabo de cuatro semanas remitió también una carta a todos los obispos españoles en donde lamentaba la “contradictoria actuación”, “calculada ambigüedad” e “incomprensible posicionamiento” del Obispado de Lleida.

Así las cosas, la mediación parece ahora más necesaria que nunca. A nivel político, pero también eclesial.

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