Chile reza por el rescate de los mineros atrapados

Chile reza por el rescate de los mineros atrapados
Familiares Mineros Chile

Familiares en las proximidades de la mina San José

(V. Lara) Incertidumbre y esperanza son los sentimientos que invaden a los familiares de los 33 mineros atrapados en la mina San José, en la región de Atacama (Chile), desde que ésta se derrumbara el 5 de agosto. Todo el país está pendiente de las labores de perforación, iniciadas el 31 de agosto con una máquina, que, salvo problemas, tiene previsto avanzar a un ritmo de 15 metros por día, por lo que se prevé que los trabajos duren, al menos, unos tres meses.

La Iglesia está junto a las familias de los trabajadores desde que se tuvo noticia del derrumbe. Gaspar Quintana, obispo de Copiapó, diócesis a la que pertenece la zona donde se encuentra la mina, ha estado con ellos y fue uno de los primeros en compartir públicamente su alegría tras conocerse, el 22 de agosto, que los mineros seguían vivos a 700 metros de profundidad. En una nota, el prelado llamaba a vivir la noticia “con alegría, y al mismo tiempo con paciencia y renovada esperanza”. Además, la imagen original de la Virgen de La Candelaria se halla en el campamento desde el 10 de agosto, Día del Minero, y permanecerá en el yacimiento acompañando a las familias hasta el fin del rescate.

El Episcopado paraguayo también se ha solidarizado con los mineros a través de un comunicado que ha hecho llegar a la Conferencia Episcopal de Chile. n él, los obispos animan a los 33 trabajadores a “no perder la fe en Jesucristo, nuestro Señor, y en su Madre Santísima” y ruegan para que su evacuación se realice “sin contratiempos y contrariedades”. Invitan también al pueblo paraguayo a “unirse en oración frecuente, tanto personal como en la eucaristía, mientras los mineros se encuentren en esta situación tan angustiosa”.

Benedicto XVI ha expresado su cercanía a los mineros y a sus familias. El domingo 29 de agosto, tras el rezo del Angelus en Castel Gandolfo, el Papa oró así por todos ellos: “Los encomiendo a la intercesión de san Lorenzo, asegurándoles mi cercanía espiritual y mis continuas oraciones, para que mantengan la serenidad en la espera de una feliz conclusión de los trabajos que se están llevando a cabo para su rescate”.

En el nº 2.719 de Vida Nueva.

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