El sueño cumplido de ser bautizado

El grupo Tabira (Bilbao) acompaña a los inmigrantes en su proceso de fe

(Vicente L. García) La llegada creciente de inmigrantes provoca diversos fenómenos sociales, unos de rechazo y otros de acogida. Entre quienes se suman a esta segunda postura están los diversos movimientos y grupos cristianos. En la zona del Duranguesado (Vizcaya), una docena de laicos agrupados en la Pastoral Familiar Tabira han asumido la tarea de acoger y acompañar a estos nuevos ciudadanos, también en su proceso de integración en la comunidad cristiana. El 19 de junio, sin ir más lejos, Santa María de Uribarri se vistió de fiesta para celebrar el bautismo y la confirmación de varios nuevos miembros de la comunidad, procedentes de Senegal, Guinea y Bolivia.

El proyecto Tabira, que es también el de las Vicarías IV y V de la Diócesis de Bilbao, incluye a la localidad de Durango y los pueblos de Abadiño, Matiena, Iurreta, Garai, Izurza y Mañaria. “Nuestro primer objetivo es acoger, es decir, recibir a quienes se acercan en demanda de los sacramentos del Matrimonio y del Bautismo –explica Maite–. Queremos abrirles las puertas de su casa, porque eso es la parroquia, aunque muchas veces es una desconocida para ellos porque no la visitan con frecuencia”. Otra de las catequistas, Arantza, señala: “Vamos conociendo a las familias que componen nuestra comunidad. Otro objetivo importante es el de acompañar a quienes después del sacramento desean profundizar su fe y/o tienen interés en ayudar a sus hijos en el despertar religioso”.

Respuesta a una petición

La iniciativa de acoger y acompañar el proceso de catecumenado de los inmigrantes surgió no como una iniciativa de la Unidad Pastoral, sino para dar respuesta a una petición de personas concretas que estaban interesadas en ingresar en la comunidad. “Es cierto –añade Maite– que la sensibilidad de acogida de los responsables de nuestras comunidades ha facilitado estos acercamientos”. Ha sido “fundamental” la labor del párroco de la Basílica de Santa María de Uribarri de Durango, José Mª Kortazar, así como la de la comunidad de jesuitas de la localidad. “Luego, ya en un segundo paso, se nos confía a nosotras la tarea de la catequización”, dice Maite.

Uno de los factores más interesantes de este proyecto es que no se contacta con los inmigrantes para exponerles la posibilidad de un proceso de catecumenado, sino que son ellos los que se acercan, y lo que se intenta es responder de la mejor manera a las necesidades y a los deseos que ellos plantean. Entre las dificultades, está la obvia del idioma y las diferentes experiencias previas de los catecúmenos. “También es un reto el esfuerzo de transmitir lo fundamental sin simplificar en exceso el mensaje de Jesús”, señala Arantza. Y Maite explica: “Hemos tenido que elaborar materiales replanteándonos continuamente qué era lo esencial, sin dejar de tener presente el hacerlo en un lenguaje sencillo”.

Por suerte, también hay facilidades, como la “ayuda inestimable” que presta Jean Baptiste Diatta, profesor de Literatura Francesa en Senegal y catequista, que está haciendo de puente entre la comunidad senegalesa y la parroquia.

El grupo Tabira viene desempeñando esta tarea desde hace tres años, y para iniciativas puntuales cuentan con la colaboración de otras personas no propiamente del colectivo. “Hay muchas personas implicadas, creo que eso es una de las cosas más bonitas de esta experiencia –relata Arantza–. El párroco normalmente es él quien recibe la primera petición. Están también los jesuitas, que tiene su proyecto de acogida de inmigrantes, sin olvidarnos de otra gente de grupos de la parroquia”.

Entre los nuevos miembros que fueron bautizados en junio está Hubert, senegalés de 30 años: “Crecí en un pueblo en el que los mayores son animistas, pero la generación de mis padres ya es cristiana y he sido educado en la religión cristiana, aunque me falta profundización”. Es más o menos el mismo caso que el de Dou Dou (24 años) y Habib (32), que explican a Vida Nueva que las tradiciones familiares son animistas. “Lo que ocurre en la zona de la que procedemos en Senegal –cuenta el profesor Jean Baptist– es que la religión de nuestros mayores ha sido siempre la animista, pero el paso del animismo al cristianismo se realiza naturalmente. Si, por ejemplo, un niño acude a un colegio religioso, es allí donde recibe la catequesis y es bautizado. Pero si el pequeño asiste a la escuela pública, luego tiene que acudir a la parroquia para recibir la catequesis; esto resulta para la familia más complicado, y por esa razón muchos reciben el bautismo de adultos”. Hablando de religiosidad, aseguran que, “aunque muchos vecinos son musulmanes, la convivencia religiosa en Senegal es muy buena. Todos celebramos la Navidad y también el final del Ramadán”.

Con respecto a la preparación para el bautismo, los chicos también tenían experiencias similares. Dou Dou explica que “teníamos un conocimiento previo de Jesús y de la Iglesia, y el proceso que hemos recorrido ahora nos ha servido para ir más al fondo. Lo que hemos aprendido ha estado bien, ayuda a vivir la vida”. Para Habib, que ya había hecho dos años de catequesis en su país natal, lo difícil fue comprender determinados conceptos: “Había cosas que no entendía bien, palabras cuyo significado desconocía. Este tiempo nos ha ayudado a entender lo que ya habíamos escuchado antes”. Por su parte, Hubert cuenta que estando todavía en Senegal se interesó por leer el Corán “y así ver cuáles eran las diferencias entre las dos religiones”, pero tuvo que ponerse a trabajar y no tenía tiempo para ir a la catequesis: “Ahora lo he podido hacer y me he sentido muy a gusto en la formación”.

La motivación para recibir el sacramento está antes de llegar a España, y en este sentido, no se debería ver en ella una intencionalidad de buscar un cierto amparo grupal o hasta legal. “Creo que puedo hablar por todos –se adelanta Hubert–. El bautizarnos es un sueño realizado, porque nos resultaba más difícil en África. A las parroquias nos acercamos por un deseo previo, porque creo que dejaríamos de ser cristianos si no necesitásemos la protección de la parroquia”. Dou Dou añade que este paso se da “por fe personal y para integrarnos en la comunidad cristiana”, mientras Habib asiente a todo.

Arantza también lo tiene claro: “Es patente que estos acercamientos no son de inmigrantes a comunidades locales, sino de personas interesadas en una experiencia de fe. Es evidente que acercarse a las comunidades creyentes puede ayudarles a su integración, cualquiera de nosotros haría lo mismo en el caso de tener que ir a vivir a un lugar desconocido. La verdad es que es mínimo el número de personas dentro de la población inmigrante que solicitan el catecumenado, así que no lo debemos analizar como estrategias de integración, sino como opciones personales, procedan de procedan las personas”.

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Una ceremonia multicultural


La celebración tuvo lugar en la Basílica Santa María de Uribarri de Durango, durante la misa de la comunidad del sábado a las 19 horas de la tarde, presidida por el vicario territorial, José Luis Iza, y concelebrada por el jesuita Juanjo Moreno y el párroco de la basílica, Jose Mari Kortázar. Fue una ceremonia de bautismo de nueve adultos, sencilla pero emotiva. Los catecúmenos, junto con sus padrinos, pidieron su acceso en la comunidad a la puerta de la basílica, y desde allí fueron en procesión hasta los primeros bancos, acompañados por el coro senegalés, que canto en la lengua diola. En el momento de las ofrendas se acercaron al altar telas y comida, y los senegaleses trajeron una representación de sus antepasados, que simbolizaba la sabiduría de su pueblo.

Para la catequista Arantza, uno de los momentos más bonitos de la ceremonia fue cuando una de las catecúmenas, Gnima, fue bautizada, “y a continuación acercó a su hijo, Cristiano, para que recibiera el Bautismo”. Han surgido otras relaciones durante el catecumenado: “Saida y Froilan, bolivianos, ya han asistido a los cursillos prematrimoniales y en breve irán a Bolivia para celebrar con su familia el sacramento del Matrimonio. Hemos quedado en octubre para vernos, enseñarnos las fotos de la boda y comentar el verano. Nosotras les vamos a ofrecer acompañamiento para, entre todos, ir ahondando más en nuestra fe. Pero nuestro objetivo no es crear un espacio sólo para inmigrantes, sino que poco a poco ellos se vayan integrando en los grupos ya existentes”.

vlgarcia@vidanueva.es

En el nº 2.718 de Vida Nueva.

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