Toy Story: un ciclo perfecto

La tercera parte de la saga pone el broche con éxito

(J. L. Celada) Nos enseñaron que los seres vivos cumplen un ciclo (nacen, crecen, se reproducen y mueren); y muchas de las obras humanas, también, aunque no parece que la mayoría de producciones cinematográficas respeten tal principio. Por fortuna, no es éste el caso de Toy Story 3, espléndido cierre de Disney Pixar a una trilogía surgida hace ya 15 años que no sólo ha dignificado el mundo de la animación, elevándolo a la categoría de clásico, sino que ha humanizado a un puñado de juguetes hasta el punto de que –como sus propios creadores– sienten que han cumplido un ciclo.

Aquel niño, dueño y cómplice de sus travesuras, ha cumplido los 17 y le llega la hora de hacer las maletas para marchar a la universidad. Es entonces cuando surge la nostálgica pregunta que da pie a esta nueva y definitiva aventura: ¿qué hacer con los juguetes de la infancia guardados en el baúl de los recuerdos? Un triple destino se cierne sobre ellos: el desván, la basura o ser entregados como regalo o donación.

Ante la inminente e inevitable posibilidad de un nuevo hogar, nuestros amigos (liderados por el intrépido cowboy Woody y su inseparable Buzz Lightyear, ese simpático astronauta que aquí sufre sorprendentes transformaciones por una feliz exigencia del guión) se ven obligados a emplear todos sus recursos y su ingenio para permanecer unidos y no ser pasto de las llamas en el vertedero. Sin embargo, su gran batalla –y la que ocupa buena parte del metraje de la cinta– se libra en una guardería, el lugar donde se escenifican actitudes y situaciones próximas a las que distinguen a cualquier ser de carne y hueso.

Toy Story 3 vuelve a hacer de la fantasía el más inocente (o perverso) instrumento de hipnosis; y del cine, un ejercicio de gracia, ritmo y frescura difícil de mejorar. No en vano, redondea una trilogía llamada a ser preciado objeto de culto para coleccionistas.

Más información en el nº 2.717 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la crítica íntegra aquí. Y puede seguir las críticas semanales de José Luis Celada en la sección de Cine.

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