Huérfanos de ideas

(Francisco M. Carriscondo Esquivel– Profesor de la Universidad de Málaga)

“Lo cierto es que, con su muerte, José Saramago nos ha dejado huérfanos de ideas. Y hay unos que seguiremos buscándolas por entre su extraordinaria narrativa; pero hay otros que seguirán con la cantinela de siempre”

Nadie pone en duda que se nos ha ido un formidable escritor, un intelectual en toda regla, de los que cuestionan todo y elaboran hipótesis de trabajo sobre las que construyen una narración magnífica en cuanto a fondo y forma: José Saramago. Su único conflicto con la Iglesia fue querer solucionar los problemas de aquí abajo sin la ayuda de divinidad alguna porque, a su juicio, ésta desde siempre ha perjudicado. Pero conviene recordar, más que nunca, su adhesión explícita a nuestros valores cristianos; o las críticas ideológicas: “Hoy día no coHuérfanos de ideasnozco nada más estúpido que la izquierda”, llegó a decir; o los testimonios, espontáneos y voluntarios, de sus compatriotas, entre los que se incluyen los de su Iglesia, muy por encima de necrológicas furibundas.

En todo este debate, mucho me temo que son sus satélites –aquellos que querían arrastrarlo hacia sus propios medros e intereses– los que han infundido sobre nuestro autor una sensación reacia a los ideales cristianos, más allá de los planteamientos que –como simples hipótesis, al igual que otras– desarrolló en sus novelas más polémicas. Lo cierto es que, con su muerte, José Saramago nos ha dejado huérfanos de ideas. Y hay unos que seguiremos buscándolas por entre su extraordinaria narrativa; pero hay otros que seguirán con la cantinela de siempre: la última, la edición portuguesa de Playboy, presunto homenaje a un autor que estaría en completo desacuerdo con esta manera tan frívola de involucrar a Jesucristo en la pornografía.

fcarriscondo@vidanueva.es

En el nº 2.717 de Vida Nueva.

Compartir