El verano pone a prueba a las parroquias de zonas turísticas

Multiplican servicios y sacerdotes para atender a los visitantes

Turistas en la procesión de la Virgen del Carmen (Valencia)

(Marina de Miguel) Acogida. Ésta es la clave por la que, mientras unos gozan de un merecido descanso vacacional, las parroquias de las zonas más turísticas del país no tienen ni un respiro: deben atender las necesidades espirituales de los visitantes nacionales y extranjeros que recalan en esos lugares. “Cada diócesis echa mano de su imaginación y recursos para que se integren en las ceremonias o puedan acceder a los sacramentos”, explica a Vida Nueva Francisco Juan Galiana Roig, director del Departamento de Pastoral de Turismo y Tiempo Libre de la Conferencia Episcopal Española, indicando que lo primero es la creación de lugares de culto de acuerdo al incremento de la población.

“El principal reto de la Pastoral del Turismo en estos meses es la necesaria reorganización de todo. Tienes que ver cómo atender a los recién llegados de forma eficaz”, añade. Para empezar, muchas diócesis, como la de Orihuela-Alicante –de la que también es delegado diocesano–, reciben al turista con un caluroso saludo del obispo.

Es igual de importante dar a conocer a las agencias de viaje, hoteles o puntos de encuentro toda la información relativa a los horarios y lugares de culto, así como a la celebración de otros acontecimientos de interés religioso, por ejemplo, la procesión de la Virgen del Carmen (16 de julio), tan popular en las localidades costeras. Es también común la organización de actividades religioso-culturales que tienen un gran aliciente turístico; prueba de ello, es la exposición Maquetas de templos románicos, que hasta septiembre se puede contemplar en Benidorm.

Para que los extranjeros se sientan integrados, hay misas internacionales en diversos idiomas o se facilitan una serie de folletos con las lecturas dominicales y todo el material necesario. Debido a que Mallorca, como señala Joan Bestard, su delegado de Pastoral de Turismo, “es un barco internacional anclado en la bahía de Palma”, los textos se traducen al alemán, inglés, holandés, francés, polaco e italiano.

Puesto que muchos se convierten en residentes de forma permanente, existen lugares de culto que atienden otras confesiones cristianas o, en caso de precisarlo, se les ceden los templos para que puedan celebrar sus ceremonias. “En estos lugares se da un gran paso en el camino del ecumenismo”, apostilla.

“Los foráneos enseñan a nuestros cristianos que la Iglesia católica es universal, que profesan la misma fe a pesar de vivir en otros continentes”, opina el delegado mallorquín sobre la principal aportación que hacen los extranjeros. “Te encuentras con que la Iglesia es una gran familia; lo importante es que se sientan como en casa, a pesar de las diferencias culturales”, corrobora Galiana Roig.

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CASARSE ‘A LA ESPAÑOLA’


El número de sacramentos también se multiplica en este período. En la diócesis de Málaga se edita desde hace años un cuestionario en cuatro idiomas que facilita la confesión, ya que son preguntas que permiten identificar las faltas cometidas. Según comenta Guillermo Tejero, arcipreste de Fuengirola-Torremolinos, es común el llamado ‘turismo nupcial’: ciudadanos extranjeros, especialmente irlandeses e ingleses, que acuden a la costa española a casarse y celebrar los fastos posteriores. Sólo en su zona, este año se han celebrado cerca de 40 enlaces. “Los trámites se realizan en sus lugares de origen, que contactan con el Obispado de Málaga, pero a mí me gusta que vengan antes para conocerles en persona”.

Todo esto hace que sea preciso un refuerzo de sacerdotes. Éste es el caso de los más de cuarenta presbíteros tanto de España como del extranjero, especialmente Colombia y México, que se han distribuido por la costa valenciana para reforzar localidades como Cullera, Denia o Valencia.

No obstante, también es frecuente que este período sea aprovechado por algunos presbíteros de las zonas más turísticas para aprender idiomas, algo esencial en estos enclaves. Joan Bestard lleva ya 45 años viajando a Alemania en estas fechas.

En el nº 2.717 de Vida Nueva.

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