Ignacio Carrasco: “La nueva ley española convierte el aborto en un derecho”

Presidente de la Pontificia Academia para la Vida

(Texto y fotos: Darío Menor) El sacerdote barcelonés Ignacio Carrasco de Paula, de 72 años y miembro del Opus Dei, es el nuevo presidente de la Pontificia Academia para la Vida, donde trabajaba como canciller desde la fundación de la institución en 1994. Sustituye al arzobispo Rino Fisichella, nombrado por Benedicto XVI presidente del flamante Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Doctor en Medicina y en Filosofía, Carrasco es uno de los mayores expertos del Vaticano en Bioética.

¿Qué le parece la reforma de la ley sobre el aborto de España? ¿Por qué cree que ningún Gobierno invierte lo suficiente en ofrecer una alternativa atractiva a la mujer que se plantea interrumpir su embarazo?

No me acabo de explicar por qué no se aplican políticas ambiciosas en ese sentido. Además, las experiencias que tenemos señalan que cuando hay asistencia y acompañamiento, se consigue en un 60-70% de los casos que la madre tenga al niño. En mi opinión, el problema más grave es la pérdida de sensibilidad hacia el aborto. Lo que ocurre en España con la nueva ley es que se presenta el aborto como un derecho.

– ¿Cómo se trata este tema en la Academia?

Ahora estamos trabajando –y dentro de poco podremos publicar las conclusiones– sobre el síndrome del post-aborto. Nuestra misión es aclarar la consistencia de la cuestión, sus características,  posibles desencadenantes… Hay un grupo de expertos estudiando la cuestión que, en septiembre, presentará sus conclusiones. Al mismo tiempo que se da este problema, existe otro absolutamente contrario, que es un síndrome de una especie de insensibilidad moral frente al aborto. Ahora, con la introducción del aborto químico, éste se banaliza aún más, ya que se trata sólo de tomarse una pastilla.

El sida en África

– Cuando Juan Pablo II impulsó la creación de esta Academia le confirió la responsabilidad de velar por la defensa de la vida. Hay situaciones complejas en las que parece difícil saber cómo se defiende realmente la vida. Una de ellas se da con el problema del sida en África y la utilización del preservativo…

Aquí existe un problema de comunicación. Hay temas con los que resulta muy difícil hacer entender las directrices. El problema central es que muchos países, y la misma Organización Mundial de la Salud, han tomado el preservativo como criterio central para luchar contra el sida. A la Iglesia, que tiene una difusión capilar en toda África, se le pide que fomente la distribución del preservativo. Nosotros, obviamente, no podemos dedicarnos a ello; no es ésa nuestra tarea. Es una cuestión antropológica, de comprensión de la sexualidad. Las políticas, que son importantes y necesarias para prevenir esta enfermedad, deben ser educativas.

– Cíclicamente aparecen supuestas pandemias que parece que van a diezmar a la población mundial, pero, al final, apenas ocurre nada. Detrás siempre se entrevén los intereses de las farmacéuticas. ¿Cómo se ven desde el Vaticano estos fenómenos?

Recientemente hemos visto una experiencia con la que se ha exagerado muchísimo. La política general es la de hablar lo menos posible de estos temas. Se está a la espera de que, un día, llegue de verdad el lobo. Históricamente ha ocurrido en el pasado con epidemias terribles. No obstante, en la última gripe, los científicos eran los que debían tomar cartas en el asunto. Todo el mundo actúa por una serie de motivos.

Más información en el nº 2.715 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la entrevista íntegra aquí.

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