Los obispos alertan del peligro de prohibir los crucifijos en lugares públicos

La CEE asegura que iría en contra de la herencia cultural europea

(Marina de Miguel) Las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición pública de sus símbolos religiosos, en particular, en los lugares en los que se educa a los niños”. Así de claro ha defendido la Conferencia Episcopal Española la presencia de los símbolos religiosos en los lugares públicos. La inminente sentencia del Tribunal de Estrasburgo, el 30 de junio, sobre la retirada de los crucifijos en las escuelas públicas de Italia ha hecho que la actualidad se colase entre los muros de la Casa de la Iglesia en Madrid y que los obispos, reunidos en la Permanente de junio, dieran prioridad a la elaboración de una declaración con la que se suman a otras conferencias episcopales para “subrayar la importancia de la cuestión para las convicciones religiosas de los pueblos y para las tradiciones culturales”.

Según se señala en el texto, “gracias al cristianismo, Europa ha sabido afirmar la autonomía de los campos espiritual y temporal y abrirse al principio de la libertad religiosa, respetando tanto los derechos de los creyentes como de los no creyentes”.

“Suprimir el crucifijo es poner en peligro el origen de estos logros culturales básicos para la libertad, la convivencia y la justicia”, arguyó al respecto el portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, durante la rueda de prensa celebrada el día 24.

La nota, además de afirmar que la cruz “refleja el sentimiento religioso de los cristianos de todas las confesiones y no pretende excluir a nadie”, indica que tiene un gran papel catalizador del diálogo entre personas de buena voluntad y es sostén para los que sufren. “Representa la salvación y la libertad de la humanidad”, de ella “surgen el altruismo y la generosidad más acendrados”.

A partir de estos argumentos, la Permanente muestra que su prohibición en lugares públicos pone en peligro la transmisión a las generaciones futuras de la propia identidad. “Se convertirán en sociedades contradictorias que rechazan la herencia espiritual y cultural en la que hunden sus raíces y se cierran el camino al futuro”. “La desertización de símbolos fundamentales”, añade el obispo auxiliar de Madrid, deja un vacío que se llenará con otros, debido a la necesidad que el hombre tiene de ellos.

Ofertas no benéficas

“¿Por cuáles van a ser sustituidos y cómo quedará la capacidad de nuestras sociedades de mantener nuestra propia identidad y las fuentes de las que proceden la comprensión de la convivencia y nuestro modo de vida”, se preguntó. En la declaración se habla de “otras ofertas culturales no siempre benéficas”, sobre las que el portavoz no quiso entrar en detalle. Sí que habló de “símbolos del ateísmo, del agnosticismo, de otras tradiciones culturales que tienen otros valores”. Preguntado sobre si se refería al Islam, dejó claro que no se trataba de enjuiciar a una cultura en su globalidad, sino a las ofertas, ya que todas las culturas, incluidas las de inspiración cristiana, tienen luces y sombras.

Con respecto a si la exposición de símbolos iría en contra de la supuesta neutralidad del Estado, recordó que las sociedades europeas no son neutrales, son fundamentalmente cristianas, por lo que éste “tiene que tener su neutralidad para distinguir el ámbito de la vida política de la religiosa, pero eso no quiere decir que esté legitimado para prohibir la exhibición de símbolos cristianos”, manifestó apuntando que ir en contra del crucifijo sería “suicida para la cultura europea”.

“Sólo en una Europa donde sean respetadas a la vez la libertad religiosa de cada uno y las tradiciones de cada pueblo y nación, podrán desarrollarse relaciones adecuadas entre las religiones y los pueblos, en justicia y en libertad”, finaliza la declaración de los obispos.

Junto a unas palabras de pésame por la tragedia ferroviaria ocurrida en Castelldefels (Barcelona) el día 23, en la que fallecieron 12 personas, la Permanente reflexionó sobre la situación de la enseñanza católica y estudió un documento redactado por la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, que será retomado en la Plenaria de noviembre.

En el nº 2.714 de Vida Nueva.

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