Un buen cura

La última cima

(J. L. Celada ) El Año Sacerdotal ha echado el cierre sorprendido por la revolución silenciosa que está provocando en taquilla La última cima. Una evocadora imagen, a caballo entre la mística y el deporte, que da título al documental concebido por Juan Manuel Cotelo tras conocer a Pablo Domínguez. El encuentro se produjo apenas dos semanas antes de que este sacerdote madrileño de 42 años perdiera la vida descendiendo el Moncayo, en febrero de 2009. Ahora, un testimonio de hora y media, en boca de quienes mejor le conocieron, se postula como digno modelo sacerdotal en una época de descrédito para el colectivo.

Así nos lo presenta, al menos, el director cuando se dispone a relatarnos quién era y cómo vivía su ministerio el protagonista de esta historia. Y no será la única vez que Cotelo aparezca frente a la cámara sincerándose con el espectador, un recurso fílmico que confiere ritmo, contribuye a la progresión narrativa y dota a la cinta de ese aire de frescura y actualidad que tanto escasea en otras producciones religiosas. Sus pensamientos en voz alta (a modo de confidencias, ocurrencias y revelaciones varias), salpicados por multitud de opiniones a pie de calle (gente, entre tanta otra, que conoce buenos curas, pero que oye hablar mucho más de los malos), sirven de marco desde el que trazar el perfil biográfico de un hombre alegre, humilde, generoso, guapo, deportista…

Dan fe de todo ello profesores y alumnos de San Dámaso, compañeros sacerdotes y religiosas a las que predicaba un retiro, obispos y laicos, sus amigos de toda la vida y, por supuesto, su familia. Porque si algún testimonio resulta especialmente conmovedor en su afán de recordar la talla humana y espiritual de Pablo no es otro de que el de sus hermanos y el de sus padres… acompañando su crecimiento vocacional o encajando la dolorosa noticia de su repentina ausencia.

Y de las restantes apariciones, ¿qué se puede decir? Desde el respeto que merece alguien que despertó tanta admiración entre sus más allegados, sí cabe advertir que determinados gestos y palabras acaban por confundir humor con frivolidad y carisma con idolatría, con el consiguiente peligro de convertir a este “hombre de Dios” en un “producto de márketing”.

Su recuerdo ha cobrado hoy una inusitada fuerza con La última cima. Tanta que los cines se llenan para descubrir su “secreto”. Bien es cierto que la media de edad del público no parece certificar su convencimiento de que la Iglesia actual es “vitalista” y “emergente”. Y es que, ya sea por su bondad, su ingenuidad (otros prefieren llamarlo optimismo) o por cierta desconexión de esa otra realidad que circulaba paralela a la suya, el trabajo de Cotelo nos deja la impresión –excelente impresión, eso sí– de que Pablo era “un buen cura”, incluso un gran cura, aunque dudamos que fuera el mejor para estos tiempos hostiles y descreídos. “Sólo Dios” –que diría el cardenal Cañizares– lo sabe.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: La última cima

DIRECCIÓN: Juan Manuel Cotelo

REALIZACIÓN: Alexis Martínez

PRODUCCIÓN: Manuel de Cominges, Antonio Torres, Javier de Silos

DIRECCIÓN DE ARTE: Raúl E. Recuero

SONIDO: Íñigo Guerrero

En el nº 2.713 de Vida Nueva.

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